Roxana Cazco.
Corresponsal en Madrid
Gina es ecuatoriana. Tiene 21 años y estuvo a punto de abortar hace dos. Acudió a la Fundación Vida y ahí le convencieron de no hacerlo. Le advirtieron que le podía pasar algo. Se asustó. “Te lo explica una persona que sabe… y dices ¿todo eso?”. Después de esa charla, confiesa haber sentido miedo no solo porque iba a “matar una vida”, sino porque era posible que ella tuviera una complicación. “A lo mejor me quedaba ahí”, dice.
El testimonio, publicado en la página web de la fundación, es un puntal de la campaña que lleva adelante esa organización, una de las más activas en contra de la reforma a la Ley del Aborto que se debate en España.
La norma plantea despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14 de gestación y hasta la 22 en caso de peligro para la salud o vida de la madre o anomalías en el feto. Y prevé que las mujeres de 16 años puedan detener su embarazo sin autorización de sus padres.
“Ahora se permite a una persona de 16 años decidir si se hace un trasplante de órgano, una cirugía estética o si recibe una donación de sangre. Puede casarse o ir a la cárcel… Casi todo menos interrumpir el embarazo”, dice Yolanda Besteiro, de la Federación de Mujeres Progresistas.
Pero, sobre todo, dice, hay que cambiar la Ley “porque millones de mujeres mueren al año por practicarse abortos sin las mínimas condiciones sanitarias. Penalización y clandestinidad son el caldo de cultivo de las muertes”.
El debate del anteproyecto de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, aprobado por el Consejo de Ministros y en primera instancia por el Congreso, ha enfrentado duramente a la Iglesia, partidos de derecha y sectores conservadores con el Gobierno. Pero se espera que se aprobado por la mayoría parlamentaria, a más tardar a finales de este año.
Manuel Cruz, director de la Fundación Vida, considera que la norma no solo es inmoral, sino inconstitucional, pues viola el mayor derecho de todos, a la vida. “No se puede dejar una vida bajo la libre decisión de la madre, que puede estar en una situación anímica desgastada”, argumenta.
En el Consejo General del Poder Judicial también hay detractores del anteproyecto. La semana pasada varios magistrados intentaron llevar adelante un informe que lo declaraba inconstitucional. El resto de jueces lo frenó.
Y no solo sacerdotes y magistrados lo cuestionan. También lo hacen intelectuales y científicos. El Manifiesto de Madrid, firmado por un millar de ellos, critica duramente la Ley que impulsa el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
“Se ignoran los datos científicos sobre el inicio de la vida, que claramente está en el momento de la fecundación. Obviamente un embrión no es un bebé, pero ya es una vida humana y abortar es eliminarla”, subraya Nicolás Jouve, profesor de Genética de la Universidad Alcalá de Henares.
Besteiro cuestiona el análisis. Cree que en ningún caso un óvulo fecundado puede considerarse una persona. Y pregunta, guardando las distancias: “¿Un piñón es un pino y un huevo es una gallina?”. Pese a las posturas opuestas, Jouve y Besteiro coinciden en que el acceso a una educación sexual a tiempo es la primera solución del problema.
Mientras que Cruz resume esa educación en una sola idea: “Hay que enseñar que el sexo es para amar”. Pero Besteiro replica. Considera que justamente los sectores más conservadores tienen culpa en las deficiencias de la educación sexual al impartir una información sesgada a los jóvenes. “(Transmitir) el ideal de la abstinencia hasta que se produzca el matrimonio no es ser serio con la juventud actual, que según las estadísticas se inicia en el sexo cada vez a edades más tempranas”.