Una nueva metodología para formular la nueva Ley de Educación exige el país. Los especialistas distinguen dos ámbitos: el sustantivo, que se refiere al conjunto de normas positivas; y el adjetivo, aquel que tiene relación con los procedimientos. La nueva Ley de Educación corresponde, por su naturaleza, al ámbito positivo.
¿Por qué la escuela debe cambiar?
Porque el modelo de escuela tradicional sirve para enseñar y transmitir; para memorizar y reproducir; para vigilar y castigar, como decía Foucault.
Hay que cambiar la escuela centrada en los contenidos, por una escuela centrada en los procesos de formar personas antes que en “depósitos” o “banco” de informaciones; una escuela para la democracia, la tolerancia y sistemas de convivencia que elimine la discriminación.
Premisas y principios
Existen premisas necesarias para el diseño de una Ley de Educación: la creciente demanda social y las necesidades de mano de obra; el cambio social; el crecimiento económico, y el desarrollo científico técnico.
A las mencionadas premisas se añaden la Constitución Política vigente que establece los principios, los derechos y los deberes de los diferentes actores; las políticas públicas en materia de educación aprobadas por el referendo; la voluntad política, y algunos decretos de relevancia, que han incorporado cambios en el sistema educativo.
Escenarios
Una estrategia a ser pensada es diseñar la Ley de Educación mediante algunos escenarios: el primero, que identifique claramente la realidad o los problemas (macro, meso y micro); la legislación vigente (lo que se aplica y no se aplica y por qué); el marco constitucional; los estímulos y resistencias; la revisión de documentos nacionales e internacionales; y algo muy importante: la intervención activa de los docentes –y no exclusivamente el gremio de maestros-, los padres de familia, los estudiantes, los empresarios, los medios de comunicación, los indígenas, los soldados, los religiosos, sin excepción.
Permanencia
Las reformas educativas pasan, las leyes se expiden o derogan, pero la escuela como núcleo de la sociabilidad se reforma y permanece.
¿Por qué reformar la escuela? Porque hay que reemplazarla por una escuela viva, diferente: para aprender y construir; para descubrir y emancipar; para acompañar, prevenir los conflictos, amar a los demás y defender la naturaleza y la vida.