Refinería La Libertad sigue con fallas pese a inversiones

La Refinería La Libertad fue afectada por un conato de incendio en el 2016. En ese entonces estuvo 8 meses parada. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

La Refinería La Libertad fue afectada por un conato de incendio en el 2016. En ese entonces estuvo 8 meses parada. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

La Refinería La Libertad fue afectada por un conato de incendio en el 2016. En ese entonces estuvo 8 meses parada. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Una hilera de casas, todas de un piso e igual tamaño y modelo, es la muestra palpable de la influencia inglesa en la Libertad, donde opera la refinería más antigua del país.

Construida en 1940 por la inglesa Anglo Ecuadorian Oilfields, el complejo refinador La Libertad, ubicado en la provincia de Santa Elena, ha vivido cinco intervenciones para ampliar su capacidad, constantes mejoras técnicas y hasta un incendio que la dejó parada casi ocho meses.

Aunque hubo inversiones, los trabajos no fueron suficientes para ponerla a punto y aún tiene problemas, especialmente en el sistema eléctrico.

Por la calle asfaltada, que separa a las viviendas con modelo inglés del ingreso principal a la planta refinadora, transitaban los obreros montados en sus bicicletas, recuerda José Molina, quien trabajó en esta planta durante 34 años.

Cuando inició sus labores en 1985, aún había empleados de origen inglés, con quienes hizo buena amistad y quienes recreaban, a través de historias, los inicios de este complejo.

En sus primeros años la planta recibía una carga de petróleo proveniente de Ancón, trasportada por vía férrea. En esa época, la planta abastecía el 65% del consumo nacional de derivados. “La Libertad fue una pionera en la historia de refinación de petróleo en el país, luego de la perforación de los primeros pozos en Ancón”, rememora Molina, quien hoy es jubilado.

La primera intervención en La Libertad se dio en 1958, cuando la licenciante americana UOP habilitó una unidad llamada Universal y dos años más tarde la Gulf Howebaker levantó la unidad Cautivo, con lo cual la capacidad aumentó de 1 000 a 20 000 barriles diarios de petróleo (bdp) de alta calidad (29 grados API, bajo contenido de azufre).

Ocho años después, se instaló la unidad denominada Parsons, la cual incrementó la capacidad a 22 000 bdp.

Molina recuerda que fue en el gobierno de Rodrigo Borja cuando esta infraestructura se revirtió al Estado, lo cual puso fin al monopolio inglés de la producción de combustible.

El recambio trajo consigo una nueva forma de trabajo en la compañía. En ese entonces, “los ingleses preferían la experiencia en vez de un título”, cuenta el extrabajador.

Parsons tuvo dos intervenciones importantes. En 1977 se amplió a 24 000 bdp, y en el 2010 a 26 000. En esta ocasión, además se invirtieron USD 8 millones en un nuevo horno y una desaladora.

Entre el 2011 y el 2016, según reveló un reportaje de este Diario publicado en octubre del 2017, se destinaron USD 256 millones para mejoras en varios procesos del complejo refinador, compras de repuestos, automatización de la medición, almacenamiento y despacho de tanquería, generación eléctrica y otros.

Parsons es una de las tres unidades con las que cuenta esta refinería y una de la más importantes. Grace Morillo, subgerenta de Operaciones de Petroecuador, detalla que básicamente es una torre de destilación en donde ingresa el crudo caliente y se fracciona. Es decir, se separa en derivados como gasolina de bajo octano, diésel 2, gas y residuos.

Pero esta unidad fue afectada por un conato de incendio en mayo del 2016, que provocó un paro de 236 días, prácticamente ocho meses.

Morillo explica que luego de más de tres años, la Parsons recuperó el 93% de su operatividad después del reemplazo de intercambiadores, tuberías, cableado eléctrico y otros equipos.

Según Edmundo Brown, quien trabajó en CEPE (luego fue Petroecuador), los exgerentes no repararon como se debió esa unidad luego del incendio, porque se siguen registrando paros, especialmente en la generación eléctrica.

Desde el 2017 hasta octubre del 2019, en la refinería se han producido 21 paras no programadas. En el 2018, ocho fueron por fallas eléctricas.

Morillo afirma que la generación eléctrica es uno de los puntos críticos por resolver en el complejo. “Son problemas que los estamos solventando, hemos adquirido una nueva turbina y con esto completamos un 50% en mejoramiento eléctrico”, destacó.

Petroecuador anunció en febrero del 2016 que instaló una planta de generación eléctrica, en reemplazo de un sistema de turbinas que, con varias limitaciones, funcionaba desde hace varios años.

En el 2019 se realizó la interconexión de un generador y una caldera que busca disminuir los paros emergentes por fallas eléctricas en la Parsons y la Universal. Actualmente, la firma estatal estudia la compra de un nuevo generador para cubrir las deficiencias de provisión eléctrica, dijo Morillo.

Con su capacidad total de procesamiento de 46 000 bdp, la refinería cubre actualmente el 15% de la demanda de derivados. Pese a eso y a las fallas en la operación, La Libertad contribuye con una parte fundamental en la producción de derivados, que abastece a Santa Elena, Guayas, zonas de Manabí y Galápagos. Además, es la única refinería que genera absorber oil y solventes, que son usados en las industrias de pinturas y neumáticos.

Para Brown, La Libertad todavía necesita unos USD 200 millones para repotenciarse en su totalidad.

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