Redes criminales atacan a venezolanos

Migrantes venezolanos cruzan el puente de Rumichaca para ingresar al Ecuador en búsqueda de refugio. Foto: Archivo / EL COMERCIO

Migrantes venezolanos cruzan el puente de Rumichaca para ingresar al Ecuador en búsqueda de refugio. Foto: Archivo / EL COMERCIO

Migrantes venezolanos cruzan el puente de Rumichaca para ingresar al Ecuador en búsqueda de refugio. Foto: Archivo / EL COMERCIO

La comunidad venezolana en Ecuador está en alerta. Ahí se habla de grupos que se dedican a traer a sus compatriotas con ofrecimientos de trabajo, pero que en realidad les prostituyen o les obligan a vender droga. Son redes delictivas dedicadas a la trata de personas.

La primera alerta sobre este ilícito se lanzó el 16 de agosto pasado, cuando el Ministerio del Interior dijo que se identificaron casos de trata de personas y tráfico de migrantes en el ingreso de ciudadanos venezolanos a Ecuador.

La Fundación de Venezolanos en el Exterior y la Asociación Civil de Venezolanos comenzaron a documentar hechos como el de Alice, una joven de 20 años.

Su caso comenzó cuando un desconocido le envió un mensaje a través de Whatsapp y le ofreció trabajo como mesera en un bar de Ecuador.

Hablaron dos meses hasta que la convenció. Le dijo que si venía le pagaba el pasaje vía terrestre y le daría vivienda. La mujer aceptó la oferta, pues las condiciones eran mejores que los de sus compatriotas, que deben caminar horas enteras con hijos y esposas. Entonces viajó en enero de este año.

Primero llegó a Quito, se encontró con el desconocido y él dijo que el trabajo real era prostituirse en un centro nocturno de la Amazonía. Inicialmente Alice no aceptó la oferta, pero al no tener dinero tuvo que dormir dos días en la calle y finalmente accedió a trabajar en ese lugar. A finales de agosto del 2018 apareció muerta. Se habló de suicidio. Su pasaporte estaba quemado.

Ahora, este caso reposa en la Fundación de Venezolanos en el Exterior. Eduardo Febres Cordero, un caraqueño que lleva 8 años en Quito, maneja este grupo. Por los casos que ha conocido sabe que las bandas siguen a sus víctimas a través de Facebook y Whatsapp. Les ofrecen trabajo con remuneraciones de USD 600 mensuales. Así comienzan el viaje.

Febres Cordero dice que en este año, las víctimas han entregado 28 denuncias en Fiscalía. En todos los casos se mencionan a redes de trata.

Pero hay personas que no denuncian. En la fundación conocieron a 15 afectados por las mafias que regresaron a su país sin presentar queja alguna. Este Diario intentó hablar con la Fiscalía y la respuesta fue que no ahí no se hace una diferencia por las nacionalidades de los afectados.

La Unidad Contra el Delito de Trata y Tráfico de Migrantes de la Policía también asegura que sí existen casos de venezolanos víctimas de este delito, pero reconocen que los afectados no van a las oficinas judiciales.

En un operativo realizado el pasado 8 mayo, los policías allanaron dos supuestos spa, que en realidad ofrecían servicios sexuales en el norte de Quito. Los agentes detuvieron a cuatro personas y rescataron a 15 mujeres. Entre ellas había jóvenes de Venezuela. Los miembros de esta presunta red de trata contactaban a los clientes a través de Internet.

Daniel Regalado, presidente de la Asociación Civil de Venezolanos, asegura que estas bandas les quitan el pasaporte a las víctimas, bajo amenazas las explotan sexual y laboralmente o las obligan a distribuir drogas.

Estas bandas delictivas les dicen que si no hacen lo que les piden van a denunciarlos ante la Policía que están de forma irregular en el país. También hay casos en que los sospechosos reclutan a los migrantes directamente en la frontera o cuando ya están asentados en una ciudad.

La Policía dice que los puntos más vulnerables donde los migrantes pueden ser captados por organizaciones criminales son los espacios públicos donde se concentran y las terminales de buses.

Gregorio no quiere volver a Ecuador. Tiene 30 años y vino al país en el 2017. Pero a su llegada a Manabí un hombre lo contactó en la calle y le empezó a obligar a vender droga en las calles de Manta. Así pasó ocho meses. En la Fundación contó que el cabecilla de la banda incluso le atacó sexualmente. En un descuido, Gregorio logró escaparse y vino a Quito. Intentó poner la denuncia en la Fiscalía de Pichincha, pero allí le dijeron que debía hacerlo en la ciudad en donde ocurrió el hecho. Pero por seguridad no quiso regresar a Manta y migró a Colombia.
 

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