Manos a la obra para reconstruir el oeste de Mosul

Vista general de la destrucción en la ciudad vieja de Mosul. Foto: AFP

Vista general de la destrucción en la ciudad vieja de Mosul. Foto: AFP

Vista general de la destrucción en la ciudad vieja de Mosul. Foto: AFP

Cerca del devastado casco antiguo de Mosul, Maher Al Nejmawi observa, satisfecho, cómo un obrero pinta su comercio, abandonado durante meses por los combates.

“Aquí estalló un coche bomba, allí un cohete alcanzó el edificio” , afirma el iraquí de 29 años, que se dedica a la venta de neumáticos y de baterías para coches.

La pintura blanca, todavía fresca, contrasta con un paisaje desolador: calles llenas de escombros y de hierros bordeadas de edificios semiderruidos y de tiendas con las fachadas acribilladas a balazos.

Ahora que las autoridades iraquíes anunciaron la victoria contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) en Mosul, los habitantes de los barrios del oeste de la ciudad, desfigurada por los bombardeos y los disparos de artillería, se afanan en recuperar un amago de normalidad.

Delante de su casa, Salem Abdel Jalek supervisa a los obreros que colocan bloques de cemento para reconstruir los comercios contiguos.

“La violencia de los ataques aéreos y las explosiones de los coches bomba hacían temblar las casas, que son vetustas. Estos comercios sufrieron daños y temíamos que se derrumbaran, los echamos abajo para poder reconstruirlos mejor”, explica este padre de ocho hijos, el mayor de ellos de 12 años.

Helado y pollo asado
La basura amontonada en una arteria comercial del barrio Al Jadida desprende un olor pestilente. Delante de una tienda de helados, el cráter causado por un bombardeo deja al descubierto las canalizaciones dañadas.

Al pie de los edificios desvencijados, las tiendas reabrieron. Mesas y sillas de los restaurantes invaden las aceras y en los asadores los pollos dan vueltas y vueltas, dorándose.

Este barrio y otros del oeste de Mosul situados en las afueras del casco antiguo llevan bajo control del ejército iraquí desde las primeras fases de la ofensiva lanzada en febrero. Los combates más intensos se libraron en la ciudad vieja.

“Antes no se podía caminar por aquí, había escombros por todas partes, pero desde hace dos meses recuperamos un amago de normalidad”, se alegra Ahmed Hamed, a punto de degustar una parrillada en la terraza de un restaurante con unos amigos.

Este ingeniero de 49 años reconoce, sin embargo, que no se puede hablar de normalidad como tal. “Las carreteras, el agua corriente, la electricidad... No queda nada”, lamenta.

'El Estado Islámico nos ha destruido'
Un poco más lejos, unos obreros echan cemento en zanjas para sostener las nuevas canalizaciones y restablecer el alcantarillado.

“Hace un mes que trabajamos en los barrios liberados del oeste de Mosul”, explica Amar Anwar, un responsable municipal.

“Hay pocos fondos destinados a ello debido a la situación financiera del país pero las ONG nos ayudarán”, espera.

El lunes, la Agencia de la ONU para los Refugiados advirtió: “Los servicios básicos como el agua y la electricidad y otras infraestructuras claves, sobre todo las escuelas y los hospitales, habrá que restablecerlos o repararlos. La reconstrucción será probablemente lenta y costosa, pero es esencial para garantizar la estabilidad”.

La tienda de comestibles donde trabaja Luai Hazem ofrece de nuevo productos básicos como pasta, conservas de habas, huevos, botellas de agua mineral y pañales.

“Ahora hay de todo, pero también es más caro”, explica el joven.

“Podemos tener corriente eléctrica abonándonos a generadores pero los precios son más altos que los fijados por el gobierno”, lamenta el empleado de 20 años, que aparenta muchos más. “El Estado Islámico nos ha destruido”, comenta a modo de justificación sobre su aspecto.

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