Redacción Mundo
Al día siguiente del terremoto de Haití, Jean-Robert Gaillard encendió su viejo radio de onda corta. Este hombre de 57 años de Petionville, Haití, vio que sus líneas avanzadas de comunicación -teléfono celular, Internet- estaban cortadas. Con el generador de un vecino, prendió la radio y se conectó con radioaficionados de Estados Unidos. Muchos de ellos ansiaban recibir señales de Haití.
A diferencia de la mayoría de sus compatriotas en la isla, Gaillard pudo comunicarse con sus familiares en Estados Unidos, poco después del 12 de enero. Así pudo informarles que él había sobrevivido. Y ellos se tranquilizaron, porque escucharon su propia voz.
En esos horribles momentos, la conexión parecía un milagro. Cuando falla la alta tecnología, la vieja tecnología del radio todavía funciona. Y no solo los radioaficionados. Las radiodifusoras de Puerto Príncipe, la capital, siguieron transmitiendo después del sismo. Para algunos fue el único medio de comunicación.
Algunas torres retransmisoras de teléfonos celulares se cayeron en Haití, tras el terremoto. El servicio se restauró parcialmente después de dos días. Además, esas torres funcionan con generadores a combustible y este escasea. Y solo un tercio de haitianos tiene acceso a teléfono celular, comparado con 90% de estadounidenses. La Internet también falló. Y apenas el 11% de la población haitiana tiene acceso a la Web.
Claro, los socorristas y los periodistas extranjeros usaron el costoso teléfono satelital. Solo si el cielo está demasiado nublado, se interrumpe este. Pero ¿cuál pobre lo tiene?
En cambio, los radioaficionados de Florida, EE.UU., están en contacto con Haití. Los radioaficionados solo necesitan un poco de electricidad (aunque sea con pilas) para operar en cualquier parte del mundo.