El quiteño Diego Lascano intenta llegar en bicicleta a Argentina. El fin: sensibilizar a las personas.
‘Hace tres meses y 28 días se inició la aventura de Pedal al Sur. Ese es el nombre del proyecto con el cual empecé un viaje de 8 000 km por Sudamérica, con el propósito de difundir un mensaje de respeto a los derechos de los animales.
La aventura ha demandado mucho esfuerzo físico y psicológico: madrugar, pedalear largas jornadas y siempre tener la voluntad y ganas para llegar adonde la carretera me lleve.
Mis paradas en el viaje han sido para conversar con la gente en mercados, poblaciones, estaciones de bomberos y de Policía. Pero más allá del sacrificio, está toda la experiencia que he acumulado. La respuesta ha sido la reciprocidad, respeto y admiración de la gente al saber que el respeto a los animales es la principal motivación de este viaje.
La mejor recompensa es que muchas personas están sensibles frente al maltrato que sufren los animales. Dicen que eso debe cambiar. A bordo de mi bicicleta he recorrido Ecuador, Perú y ahora me encuentro en Bolivia.
Un país de mucha altitud y contrastes sociales. En el trayecto, el grado de dificultad ha ido incrementándose. En Ecuador fueron las largas cuestas para llegar al páramo del Chimborazo, el Cotopaxi, Oña y el Villonaco, en la provincia de Loja. Largos tramos de pampa desde Riobamba hasta Guamote y la interminable bajada desde Colaisaca hasta Sozoranga, para llegar a Macará.
A horas de haber entrado a Perú, la bicicleta sufrió su primer desperfecto mecánico. Rompí cinco radios y me quedé sin freno posterior. Continué así hasta Trujillo, en donde Luis Ramírez, en su casa de ciclistas, reparó el daño.
Ahí compartí experiencias con otros ciclistas de diferentes partes del mundo. He cicleado desde la costa peruana a 0 metros sobre el nivel del mar (msnm), hasta los 3 080 metros, por el impresionante Cañón del Pato y sus 39 túneles, para llegar a Huaraz. En ese tramo me acompañó una pareja de amigos alemanes, Dorothie y Marcus. Sobre los 4 100 msnm conocí la laguna de Conococha y a 3 399 msnm, Machu Picchu.
Bolivia se parece a Ecuador, país de gente amable, con comida, costumbres, arte y paisajes similares. La primera parada fue Copacabana, donde me encontré con Rossmary, una mujer suiza de 50 años, quien también cicleaba sola por Sudamérica. Eso demuestra que para hacer esto solo hacen falta valor, tener ganas y una bicicleta. Siguieron El Alto, La Paz, Oruro, Potosí y la colonial Sucre, desde donde escribo este artículo. Son 4 664 km recorridos.
Una realidad que es difícil de asimilar tanto en Perú como en Bolivia es la falta de respeto al peatón y al ciclista. En más de una ocasión me enfrenté con taxistas, buseros y camioneros por mis derechos como transeúnte.
La realidad para los animales que se encuentran en la calle es aún más dramática. Me di cuenta de que el respeto por los animales aún no encaja en la conciencia ciudadana. La población canina crece sin control en las calles. Fui testigo de la frialdad con la que se puede matar a un animal.
Un perro murió en mis manos después de ser atropellado por un taxista en Perú. Ese fue el peor momento del viaje. La frecuencia con que ocurren estos actos insensibiliza a la gente. No lo pude salvar, al menos sé que hay personas que quieren cambiar esa lamentable realidad. Pero el viaje continúa con la firme convicción de seguir transmitiendo el mensaje. Siguiente parada Uyuni”.