El olor a aguas servidas en el barrio la Lucha de los Pobres, en el sur de Quito, impregnaba el aire con el sol matutino. Pero todos los vecinos, con la ayuda de las autoridades municipales, del Ministerio de Educación, trabajan intensamente para retirar el lodo que quedó tras las inundaciones de la víspera, este 3 de octubre del 2024.
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Una jornada para salir de las inundaciones en el sur de Quito
Profesores, padres de familia de la escuela Francisco Javier Salazar, los comerciantes estaban dedicados a retirar el lodo, barrer, trapear y salir adelante de esta tragedia. Hubo mucho dolor, pero también solidaridad que se despierta en los momentos difíciles.
Omar Vinueza, rector de la Escuela, sostuvo que fue algo atípico la lluvia. “Vimos cómo se llevaban los autos”, dijo, y ante la incredulidad de algunos. Y respondió: “yo solo digo lo que vi”. Este 3 de octubre del 2024, lideraba el equipo de profesores, padres de familia y vecinos que respondieron de inmediato al llamado para ayudar a evacuar a los estudiantes y retirar las aguas.
Las lluvias comenzaron alrededor de las 15:30. Las autoridades de la Subsecretaría de Educación llegaron a las 17:30. El director distrital de la subsecretaría de Educación del Ministerio, Freddy Montalvo, afirmó que las mismas lluvias y los apagones complicaron la llegada al sitio. La idea es que mañana, 4 de octubre, la escuela vuelva a funcionar.
Pudo ser algo peor
“Pudo ser algo mucho más grave”, dice Rosa Vilca, hija de José Vilca, de 70 años, tuvo que nadar para salir de su casa. “Todo lo perdí. Hasta la tele y el aparato para ver películas”, dice José. Él y su hija lamentan que el colector por donde pasa el río Capulí, en la quebrada de Caupicho, sea insuficiente para cuidarlos de las lluvias.
Queda, sin embargo, mucho dolor en ese sector. Laura Cofre es la dueña de una picantería de la calle 21 de agosto, la más afectada de La Lucha de Los Pobres por las lluvias porque sus equipos de refrigeración se dañaron.
Lo mismo decía Álvaro Delgado, de la peluquería Barber Shop. “Nunca imaginé algo así. El agua nos llegaba hasta las rodillas y pudimos salir”, dijo.