Tres iglesias, dos plazas, dos mercados, un monasterio, talleres de escultura, costura y pintura y una piñatería son parte de la historia de uno de los barrios más tradicionales de Quito: San Roque. Está ubicado en el Centro Histórico.
Para la mayoría de turistas, los lugares más atractivos del barrio son la iglesia de San Francisco y el Monasterio de Santa Clara, pero San Roque no solo es cuna de inigualables obras arquitectónicas.
En los rincones de las estrechas calles y en la mente de los vecinos reposa la historia del barrio.
Manuel Chicaiza tiene 68 años y desde que recuerda vive allí. Él, junto con cuatro moradores fundaron la Asociación de vecinos Guardianes del Patrimonio de San Roque. Desde este mes se convirtieron en guías comunitarios de turismo. 51 artesanos y moradores forman parte de la asociación, que busca posesionar al sector como un destino turístico, ofreciendo un recorrido por las costumbres y tradiciones.
En una de las reuniones surgió la idea de instaurar tres rutas para que los visitantes conozcan la cotidianidad, los oficios tradicionales y la religiosidad.
“Recorrer estas calles con un morador es mejor que con un guía turístico. Nuestro valor agregado es que vivimos aquí, sentimos lo que contamos y conocemos las leyendas que surgieron en el barrio”, dice Chicaiza, mientras se acomoda el sombrero negro que lleva puesto.
Una de las historias que cuenta a los visitantes es la de ‘La Esquina de las Almas’ (Imbabura y Rocafuerte). Él recuerda que cuando era pequeño, en esa intersección los parientes de los difuntos que iban a ser enterrados en el cementerio de San Diego debían alejarse del cortejo fúnebre.
“Al camposanto solo llegaban los familiares más cercanos”, asegura. Desde entonces, se la conoce como ‘La Esquina de las Almas’. Una cuadra más arriba está el mercado San Francisco.
Ahí, Patricia Pavón es la anfitriona comunitaria de la primera ruta. Junto a ella, los turistas visitan en 30 minutos los negocios más representativos del primer mercado de Quito. El sitio se caracteriza por los 34 locales dedicados a la venta de hierbas medicinales y a la realización de limpias. Rosa Lagla es una heredera del oficio.
Paola Carrera tiene 20 años. Conoce de memoria el nombre de las calles y algunos atajos para hacer más corto el camino a la plaza de San Francisco. Ella es la facilitadora de la segunda ruta, que integra a los oficios antiguos que aún persisten en el sector. Uno de ellos es el de Galo Alvarado, quien desde hace 32 años confecciona piñatas. Otro oficio vigente es el de los esposos Rocío Carrión y Gonzalo Gallardo, restauradores de figuras religiosas.
El camino de vuelta es la última ruta. Chicaiza cuenta las expresiones culturales y la religiosidad popular de San Roque. Los turistas se contactan con tres artesanos. Para finalizar, los visitantes aprenden a vocear el periódico. Les enseña el diestro Diego Salas.
Elaboración de sombreros y de trajes
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Manuel Chicaiza, guía del recorrido, inicia la ruta contando que antes al tramo desde Santa Clara hasta El Panecillo se lo conocía como el Camino del Inca. “Pasaba por aquí, donde estamos parados (en la Benalcázar y 24 de Mayo)”. Para él, el uso del sombrero en la comunidad andina y en los quiteños de la época Republicana era primordial.
El artesano César Anchala confecciona sombreros desde hace 60 años. En la parte posterior de su tienda está instalado el taller. En una radio antigua suena una canción de Carlota Jaramillo, por momentos se escucha una interferencia, pero antes de contar 10 vuelve la nitidez del sonido.
De la pared cuelga una foto enmarcada de sus padres, de quienes aprendió el oficio cuando tenía 14 años. A más de confeccionar sombreros también elabora caretas y trajes típicos cayambeños. Los visitantes pueden probarse cada uno de los diferentes modelos de sombreros y adquirir el de su preferencia.
Tres cuadras más al sur, por la calle Rocafuerte, se ubica el local El Manto Sagrado. Rosario Chiliguano habla de la importancia de la imagen del Niño Jesús para los quiteños. Muestra los trajes que confecciona a mano. Quienes realizan este recorrido pueden decorar con lentejuelas uno de los trajes que zurce Chiliguano.
Limpias, hierbas y refrescos
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En las calles Imbabura y Cuenca se ubica el primer mercado de Quito, el San Francisco. Ahí, el olor a esencias, perfumes y hierbas aromáticas es penetrante.
Patricia Pavón, la anfitriona comunitaria de la primera ruta de los caminos de San Roque, es la encargada de guiar a los visitantes durante 30 minutos por los negocios representativos.
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El primer local a visitar es el de Rosa Lagla, quien ya lleva 32 años haciendo limpias para curar el mal de aire y el espanto. Las hierbas que usa y que también están a la venta son la ortiga, la ruda, la congona, la santamaría, etc.. Cada limpia tiene un valor de USD 6 y dura entre 20 y 40 minutos.
Lagla cuenta que el oficio lo heredó de su madre Rosa Correa. Ella es de la cuarta generación. En su local hay más de 15 variedades de plantas. Lagla explica los beneficios de cada una de ellas. Por ejemplo, la infusión de la hierba caballo chupa es buena para los dolores estomacales.
Otro local que se visita es el de Martha Madrid, quien vive en Caupicho y todas las mañanas se levanta a las 03:45 para preparar las aguas medicinales que a las 06:00 ya se venden en su puesto.
En su negocio también se expende una de las bebidas tradicionales de la Región Andina: la chicha. El recorrido termina por los puestos de las llamadas cajoneras. Ahí se encuentra toda clase de productos de bazar.
Las piñatas y el festejo del cumpleaños
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La piñatería más antigua del barrio funciona en un local estrecho. Coloridos adornos cuelgan de las paredes. La Educadora es el nombre del negocio de Galo Alvarado, quien desde hace 34 años se dedica a la elaboración de ollas encantadas y piñatas.
Él compra las ollas de barro y se encarga de decorarlas con papeles brillante y crepé. En su taller también se confeccionan adornos para cumpleaños, graduaciones y matrimonios. Todos son hechos con espumaflex.
Los visitantes pueden observar el trabajo manual del artesano y llevarse un recuerdo.
La guía, Paola Carrera, de 20 años, cuenta a los visitantes que este es uno de los oficios que se mantienen vivos. “Los cumpleaños, que recuerda mi madre, se festejaban con piñatas. Yo también los recuerdo así. Lo que buscamos es que las nuevas generaciones recuperen ese festejo”.
Al salir del negocio, Carrera camina con gran facilidad por las calles del Centro Histórico. Toma un atajo por la calle Cuenca y llega hasta el taller de restauración de los esposos Rocío Carrión y Gonzalo Gallardo. Los dos restauran imágenes religiosas y tallan adornos en madera.
Hacen una demostración de su trabajo y los turistas pueden adquirir figuras del Niño Jesús hechas en fibra, yeso o en madera. También graban leyendas.
Horarios y precios
Los recorridos se realizan los martes, miércoles, viernes y sábados. En la mañana hay dos horarios: de 09:00 a 11:00 y en la tarde, de 14:00 a 16:00.
El costo de las visitas guiadas es de USD 6 por persona. Los niños (hasta 12 años) y los adultos mayores pagan USD 3.5O.
Las reservaciones se realizan en la página web www.caminosdesanroque.com o llamando al celular 095193452(con un día de anticipación) . El recorrido se inicia en la calle Benalcázar y Bolívar. Se aceptan tarjetas de crédito.