Vecinos en Quito se apoyan en cajas de ahorro barrial en medio de la pandemia

En San Gregorio, parroquia de Chillogallo, Willian Basantes (centro) y los vecinos formaron su caja de ahorro y crédito.

En San Gregorio, parroquia de Chillogallo, Willian Basantes (centro) y los vecinos formaron su caja de ahorro y crédito.

En San Gregorio, parroquia de Chillogallo, Willian Basantes (centro) y los vecinos formaron su caja de ahorro y crédito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Cajas vecinales creadas en medio de la pandemia y otras que llevan más de una década de labores. Estos mecanismos de financiamiento se convierten en una alternativa para la reactivación en los barrios.

En San Gregorio, en Chillogallo, por ejemplo, los vecinos pasaron de organizarse para llevar ayuda a los más vulnerables en la pandemia a formar una caja de ahorro y crédito.

El presidente del barrio, Willian Basantes, cuenta que en abril se formó un grupo de WhatsApp con 250 miembros. Entre ellos había 80 emprendedores que no tenían la liquidez para mantener o impulsar sus negocios. Así que en mayo nació la caja solidaria para acceder a préstamos a un interés de menos del 2% mensual.

Se nombró a la directiva y se puso una cuota de ingreso de USD 50, mientras que el aporte mensual quedó en 20. Casi enseguida llegaron los créditos, que tienen tres meses de gracia para el pago. El dinero sirvió para inyectar recursos a los negocios o pagar el arriendo de los locales comerciales.

Ana Pérez, socia de la caja San Gregorio, comenta que con los créditos unos vecinos se pusieron a vender frutas o comida preparada. En su caso, comercializa mascarillas.

En Chillogallo Central, La Ecuatoriana, Gruta del Tránsito, en el centro y el norte de la urbe, hay otros ejemplos de cajas de ahorros. Si bien no hay una cifra oficial de cuántas cajas comunales nuevas funcionan en el Distrito, esta modalidad tiene su historia.

David de la Torre, director de la Unidad de Economía Popular y Solidaria de ConQuito, dice que la entidad municipal asesora a 50 cajas comunales en el programa Quito Efectivo. Están en Guamaní, Beaterio, Centro Histórico, Edén del Valle 2, Guangopolo, Calderón, Carapungo, Atucucho, Luluncoto, entre otros.

La Prefectura de Pichincha también ofrece asistencia técnica y financiera a las cajas; tiene en su registro a 240, en el sector rural y urbano de Quito, indica Efraín Hermosa, coordinador del Programa de Finanzas Populares y Solidarias.

La Superintendencia de Economía Popular y Solidaria intentó mapear a esos grupos y regularizarlos, “pero cuando se inició el levantamiento del catastro hubo inconvenientes técnicos” y el trabajo no se concluyó, advierte De la Torre.

En el Distrito, las cajas vecinales nacieron, en su mayoría, porque los sectores agropecuarios o agricultores urbanos no tenían cómo financiar sus proyectos. Las primeras tienen algo más de 20 años.

Una de las más antiguas es la que dirige María Victoria Chirano, en la comunidad Pacto Loma (Pacto), con 16 años de trabajo y 532 socios. Recuerda que aquellos inicios fueron difíciles: “la tesorera de la caja y yo, como presidenta, íbamos de casa en casa a pedir 25 centavos para el ahorro”. Luego se subió a 50 centavos, después a 1 dólar y al final, dos. Con un interés del 1,67% al mes, el 1 de junio -tras un cierre de 70 días- se reactivaron los préstamos de no más de USD 1 000. “Estamos empeñados en saber a dónde va ese dinero; hay que cuidarlo más que antes”.

Cada organización comunitaria pone sus reglas de juego, sin exceder el 2% de tasa mensual. En Edén del Valle 2, con 20 socios, se cobra el 1,5%, comenta Margarita Balladares.

La iniciativa tiene 13 años y su crecimiento, dice la dirigente, se debe al empuje de sus socios y al asesoramiento de ConQuito, que ofrece acompañamiento formal sobre los créditos y el ahorro, y seguimiento en la parte contable. Sobre la confianza y la capacitación como base de estas cajas se hablará en la videoconferencia gratuita que se ofrecerá el 15 de julio.

Si no hay esos dos elementos, la caja comunitaria difícilmente superará el año de labores. La afirmación es de Amparo Cuaical, de Chillogallo Central. Agrega que “la honestidad y la solidaridad también son vitales para seguir con el empeño de ahorrar y ofrecer créditos a los vecinos”. Su caja tiene 12 años y 20 socias.

Allí se ahorra USD 5,25 al mes y se prestan al 1%. Con el tema de la cuarentena los créditos rápidos de entre USD 100 y 300 aumentaron. Antes eran ocho al mes, ahora son 15. Pero, como el espíritu de la caja es la solidaridad, el dinero se da sin más trámite que una firma en un cuaderno escolar.

Las claves

La esencia es la confianza. Debe estar conformada por un grupo selecto de 10 amigos, familiares o conocidos del sector para formar la caja.

Luego viene la formación. Se debe crear un órgano regular, con su directorio, y especificar las funciones de cada uno de quienes lo forman.

Los reglamentos de la caja. Es vital, pues en ellos se detallan las reglas que se deben cumplir en el área organizativa, de ahorro y de crédito.

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