La vacunación en Puembo se afianza en la comunidad

Bernardo Roxon, Raquel Chuquimarca, Francisco Borja, Martha Espinoza, Patricio Carrera, Tannya Palacuachi y Gabriel Tinajero (de izquierda a derecha), frente al GAD. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Entre la parroquia de Puembo y el vacunatorio del Bicentenario (norte de Quito) hay más de 30 kilómetros, y cubrir ese trayecto en bus puede tomar más de dos horas. Ese recorrido siempre fue desgastante pero la pandemia hizo que, además, sea riesgoso.

Esa era la preocupación de los puembeños -como se autodenominan quienes viven en esta zona-, ya que para vacunarse contra el covid-19 debían viajar al norte de la urbe.

Otros vecinos, en cambio, estuvieron asignados a El Quinche, Pifo, Tumbaco y al valle de Los Chillos. Llegar a esos puntos resultaba complicado tomando en cuenta las distancias y que en algunos de los 22 barrios que conforman esta parroquia rural, pasa un bus cada 30 minutos.

Esa fue la razón principal por la que la gente prefería no recibir su dosis. La lejanía y la dificultad para movilizarse se volvieron obstáculos para la inoculación de las casi 23 000 personas del poblado.

Hacer el trámite para cambiar el lugar de vacunación tampoco fue fácil, más aún para la gente que no está familiarizada con la tecnología.

Carmen Mosquera, de 54 años, lo hizo. Ella vive en la comuna Mangahuántag de Puembo y cambió el punto de El Quinche a Tumbaco.

Pero gracias a una iniciativa ciudadana que juntó a los habitantes de la zona, sus sobrinos de 16 y 17 años no pasaron por ese proceso, y sin viajar largos trayectos, ya tienen la vacuna.

Todo comenzó con el planteamiento de un proyecto que surgió entre los mismos habitantes con el objetivo de que todos –quienes viven en las zonas montañosas, los que se dedican a la agricultura, los artesanos, los comerciantes, los oficinistas, los empresarios- pudieran vacunarse.

Francisco Borja, del colectivo ciudadano Puembo Sí, lideró la iniciativa. “Hicimos un llamado a las empresas, a la sociedad civil y al GAD Parroquial para que se abriera un punto extraordinario de vacunación”, contó Borja.

Para ese fin presentaron un plan al Ministerio de Salud Pública para que facilite las dosis necesarias, siempre que la parroquia ponga los demás insumos, la logística y todo lo necesario para cada jornada. La convocatoria tuvo una amplia acogida, casi inesperada.

Moradores, empresarios, funcionarios públicos y trabajadores unieron esfuerzos para aportar con lo que pudieron y armar el contingente para organizar la inoculación.

Patricio Carrera, presidente de la Junta Parroquial, confirmó que todos los implementos necesarios fueron donados por moradores y por tres empresas de alimentos y florícolas que operan en esta zona.

Entre todos consiguieron jeringuillas, mascarillas, equipos de protección, agua (para entregar después de la vacuna) y refrigerios para los encargados de la organización. Solo del GAD Parroquial se organizaron a más de 60 voluntarios.

Los conductores de taxis y comerciantes pequeños, por ejemplo, corrieron la voz de cómo los demás vecinos podían ser parte del proceso, el lugar y los requerimientos para obtener la vacuna.

El espacio escogido fue el coliseo de Puembo, ubicado a un par de cuadras del parque central. Allí se pusieron sillas y se adecuaron los puestos para que el personal de salud y auxiliares colocaran las dosis.

En esta última tarea participó el Centro de Salud.

Las jornadas se cumplieron desde el 9 de julio y hasta el momento ya se han aplicado 10 486 vacunas (primeras dosis) de Pfizer y Sinovac. Para el próximo jueves (5 de agosto) está prevista una nueva jornada para empezar con la colocación de las segundas dosis y de quienes no pudieron participar del primer proceso.

Para acceder a las vacunas, el GAD Parroquial habilitó un proceso previo de registro en sus oficinas con el fin de evitar las aglomeraciones en el coliseo y facilitar el ingreso de cada habitante. Incluso personas que viven en zonas cercanas, también pudieron acceder a las dosis que se suministraron en días pasados.

Raquel Chuquimarca es la presidenta de la comuna de Mangahuántag. Ella se enteró de esta iniciativa y quiso apoyar en lo que esté a su alcance, con la colaboración de los vecinos de este sector. Durante la pandemia, organizó a los moradores de la comuna para la entrega de kits de alimentos a las familias que más necesitaban esos recursos en ese entonces, y no quiso quedarse atrás en esta ocasión.

Chuquimarca facilitó los equipos tecnológicos necesarios para los registros de cada persona vacunada de la parroquia y también solicitó la ayuda de los vecinos para que sean voluntarios en las actividades que se requieran. De su familia se involucraron seis personas, 12 más se sumaron y otras seis cumplieron los requisitos para ser vacunadores.

En esta comuna, donde habitan 7 500 personas aproximadamente, cerca de 3 000 ya han podido inmunizarse. Entre ellos están los dos sobrinos de Carmen Mosquera.

Este modelo de unión ya ha servido como ejemplo a otras parroquias, desde donde han consultado a las autoridades cómo pueden replicarlo en sus territorios para proteger a sus pobladores. Para Carrera, la fórmula ideal se consiguió tras juntar a todos los sectores en aras de un mismo propósito. “Hay que tener la decisión de ayudar a los demás. Pensar en que la asociación público–privada es posible en todos los campos”, añadió.

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