En la terminal terrestre de Quitumbe, en el sur, taxistas que trabajan allí saben que hay ilegales que laboran en las afueras del lugar. Los que tienen permiso para trabajar dentro de las instalaciones no quieren dar su nombre, porque dicen que “van a tomar represalias” en su contra.
Uno de los taxistas de la cooperativa Cumandá prefirió omitir su identidad. Vestido con una camisa celeste esperaba ayer clientes en la salida de la terminal.
Tiene el cabello con un corte cadete y usa lentes que con el sol se hacen oscuros. Cuenta que los piratas le quitan trabajo. “Yo sé que el empleo es para todos, pero no de manera desleal”, dice.
Comenta que no sabe cómo hacen, pero que los conductores de esos transportes entran a los andenes donde se quedan los pasajeros de los buses interprovinciales y desde ahí llevan a los usuarios del servicio a los vehículos, que están estacionados afuera.
Seis cooperativas de taxis están autorizadas para trabajar dentro de las instalaciones. Cumandá, Turubamba, Ecuatoriana, El Recreo, Franch y Jardín de Sur forman parte de la empresa Go Taxi. Las seis cooperativas tienen registradas unas 350 unidades.
Ángela Salgado llegó ayer en la tarde desde Santo Domingo de los Tsáchilas. Ella viaja continuamente a Quito, para visitar a sus padres y a sus hermanos.
“Algunas veces llego en las noches o en las madrugadas y es ahí cuando se ve más a los taxistas piratas”, comenta la mujer mientras guarda su maleta en la cajuela de un auto amarillo.
En su opinión, los informales cobran más de la tarifa establecida hasta La Forestal. “Normalmente, esa carrera cuesta USD 5, pero en las noches cobran entre USD 9 y 10. Se abusan en las tarifas y nadie controla”.
Al taxista de la cooperativa Cumandá lo solicitó un cliente y se fue. Se queda un compañero, que viste igual, porque es el uniforme de la cooperativa. Él usa corbata y gafas, tampoco quiere dar su nombre. Coincide con su compañero en que los informales sí les quitan trabajo.
Este último dice que la gente debe tener en cuenta que ellos trabajan sin taxímetro, en el día y en la noche. Elvia Herrera llegó ayer de Ambato, a las 10:00.
Ella siempre que llega a Quito se enfrenta a un problema: hay choferes de unidades que solo se ofrecen a hacer carreras hacia el norte y no al sur.
“Eso me obliga a pasar más tiempo en la parte exterior de la terminal. Es peligroso y me veo obligada a subirme a un taxi que no está pintado de amarillo”.
También ha sido víctima de los choferes que cobran más de lo debido. “Desde aquí hasta la Villa Flora, en las noches, me quieren cobrar USD 7. Normalmente, por ese recorrido pago USD 4”.
Fernando Cumbicus vivió una experiencia similar. Él llegó ayer a la terminal de Quitumbe desde Latacunga. Él vive por la avenida Napo y dice que le cobran hasta USD 8 por el viaje. “Creo que lo justo es hasta USD 5”.
La demanda de este servicio es alta en las afueras de Quitumbe. Mario Villacrés recuerda que un día llegó al mediodía y le preguntó al chofer dónde queda Miraflores. “Como se dio cuenta que no conocía, cuando me bajé, me cobró USD 10”.
Los directivos de la Federación de Taxis insistieron en que sus socios están obligados a encender el taxímetro a toda hora.