Después de 14 años, la atención se vuelca a la Brigada Aérea del Ejército, ubicada en La Balbina (Amaguaña). El interés de ahora nada tiene que ver con la explosión de 1997, que dejó cuatro muertos y 190 heridos. La historia actual, está relacionada con un desastre: los incendios forestales.
Desde allí se coordinan las operaciones para combatir, desde el aire, el fuego que se extiende por las laderas de la capital. Seis helicópteros (cinco Súper Puma y un Black Hawk) aterrizan y despegan de esta pista, con las bambi bucket, esas canastillas anaranjadas que transportan agua.
El trajín es intenso. Pilotos y técnicos vestidos con overoles verde aceituna revisan las hélices, cargan el combustible y chequean la parte mecánica de las naves. El ruido es ensordecedor cuando los motores se encienden.
Las hélices se activan y el viento es más fuerte. El piloto se comunica a través de auriculares con el Jefe de Operaciones. Se verifica que el funcionamiento del helicóptero no registre problemas y se autoriza el despegue. Desde el sábado pasado, cuatro pilotos y 12 técnicos colombianos también han centrado en La Balbina sus operaciones. Ellos vinieron para apoyar en el combate al fuego. Está previsto que desde hoy se una un contingente venezolano.
Ayer, los helicópteros realizaron seis descargas de agua en la vía a Chiriboga, donde se reactivó el incendio que puso en peligro a los vecinos de San Juan de Chillogallo. También lanzaron agua cerca del Colegio Intisana, en Cochapamba Norte, donde el fuego arrasó con parte del bosque.
La Brigada Aérea de La Balbina es adecuada para este tipo de tareas. Está a 1000 metros de altura menos que Quito, lo cual facilita y mejora las condiciones de vuelo. Según los técnicos, a más altura se reduce la capacidad para transportar el agua.
El contingente colombiano trajo bambi buckets, piscinas inflables y químicos retardantes. El abastecimiento de combustible (tipo JP1) a los helicópteros se realizar cada hora. Según un oficial ecuatoriano, que pidió la reserva de su nombre, hay que cargar para dos motores y pasar la prueba hidrotip, para verificar que el combustible sea puro.
La primera mañana de los colombianos en La Balbina fue muy ajetreada, pero exitosa. El incendio forestal que crecía peligrosamente en Lloa fue apagado junto con el equipo ecuatoriano.
El coronel colombiano Robert Zambrano explicó que antes de volar no solo se hace una revisión técnica y mecánica del helicóptero. También se recaba información meteorológica y geográfica. “Es una operación especial, aquí la premura por controlar el desastre puede hacer que se dañe la nave, que cuesta USD 14 millones y que la misión falle”.
Ayer, en la ciudad se reportaron 10 incendios forestales. Hastala tarde, el que más preocupaba a los bomberos era el de Chillogallo, en la vía a Chiriboga. Por esa razón, por el sur de la ciudad, los helicópteros pasaban varias veces. A las 16:00, espesas nubes empezaban a cubrir las montañas del oriente. La lluvia empezó a caer en el sur y en el valle de Los Chillos, pero las naves de socorro seguían operando.
Marcos Coronel, técnico del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), dijo que la temporada lluviosa está empezando. Las precipitaciones serán progresivas y no se presentarán de manera acelerada.
Si los helicópteros venezolanos llegan hoy (el arribo ya se ha postergado dos veces) también operarán desde La Balbina. Desde allí saldrán para transportar agua a las zonas que sean afectadas por el fuego en Quito y en otros sectores del país, que también fueron declarados en emergencia.
En estos días, los vecinos de La Balbinas conviven con el constante ir y venir de los helicópteros. Ese movimiento es intenso desde que se decretó la alerta naranja en la ciudad, 13 de septiembre.
‘Hay ocasiones en que luchamos contra dos enemigos’
El coronel colombiano Richard Zambrano, jefe de Operaciones del helicóptero Black Hawk, se ve muy joven como para ser un teniente coronel de la Fuerza Aérea de su país. Sin embargo, cuando narra su experiencia piloteando un helicóptero se muestra muy solvente. Son 22 años trabajando como piloto y desde hace cuatro es subdirector nacional de recuperación de personal. Y aunque su trabajo actual es de carácter administrativo, lo que al Coronel le gusta es ayudar.
A lo largo de los 18 años que se desempeñó como piloto ha viajado por Colombia y ha conocido más de 10 países. Pero, sus periplos no fueron por turismo, sino por trabajo: ayuda humanitaria, rescate de heridos, vigilancia vulcanológica, entrega de vituallas, ambulancia aérea…
Esto se debe a que la labor de Zambrano y su equipo no es solo apagar incendios forestales. También intervienen en todo tipo de desastres de origen natural y conflictos armados. De hecho, un 60% de su trabajo es rescatar heridos de los enfrentamientos que tienen los militares colombianos con las FARC.
Algo que sin duda dificulta su labor. Asegura que son muchas las ocasiones en que ha sido atacado desde tierra, en labores de rescate. “Luchamos contra dos enemigos a la vez”. El 40% restante tiene que ver con labores humanitarias dentro y fuera de Colombia. A escala internacional ha colaborado en el rescate de colombianos del terremoto ocurrido hace un año en Japón. También a socorrer a víctimas chilenas y haitianas por los sismos que allí se registraron.