Guitarras eléctricas por coches de bebé o un trabajo de carpintería por un televisor. Son algunas de las transacciones que se han realizado en la tienda de Daniel Manosalvas. Ahí, el dinero se utiliza poco.
El Gran Trueque abrió hace dos años, en la Luis Tufiño Oe3-71 y Pasaje Sancho Hacho. Lo primero que intercambió fue sus propios muebles. Desde entonces, herramientas, libros, vajillas, juguetes, artículos de hogar, oficina y una serie de curiosos objetos de todas partes del mundo han llenado el local. “Nunca se sabe qué puede entrar por la puerta”.
Para Manosalvas, el trueque es una forma de facilitar el intercambio de objetos que aún son útiles, pero que la gente ya no utiliza. “Es una manera de reciclar”.
También se reciben artículos a consignación, es decir, Manosalvas ayuda a venderlos a cambio de una comisión del 25%. Cada cliente debe llenar un formulario en el cual declara la propiedad legal del artículo. Siempre se revisa que los aparatos eléctricos o mecánicos funcionen bien. A veces invierte en la reparación de algunos objetos para darles más valor. No recibe obras de arte, joyas o radios de carros para evitar el tráfico de bienes robados.
Intercambiar productos por servicios también es un trueque común. Un hombre de nacionalidad cubana salió de la tienda de Manosalvas con un motor de máquina de coser en sus manos. Lo había obtenido a cambio de reparar con suelda una vajilla metálica antigua. Manosalvas asegura que sus principales clientes son amas de casa, coleccionistas y curiosos que buscan entre los estantes algún artículo de interés. A la semana, en promedio se realizan seis intercambios.
Para Manosalvas, el trueque es un hobby. Él también atiende un taller donde se dedica a ensamblar cajas de madera para el embalaje de productos industriales.
El timbre de la puerta sonó y un hombre alto y robusto entró a la tienda. Era Francisco Rivadeneira, quien buscaba una maleta de cuero. Manosalvas revisó en la parte trasera del local, junto a un estante con juguetes.
Halló un par de maletas que no convencieron del todo a su cliente. Rivadeneira está a punto de marcharse y vio en un estante una cámara de video Sony, de esas que aún graban en cintas magnéticas.
Cada objeto tiene un precio referencial: el 50% de uno nuevo con similares características. El precio de los objetos antiguos es un cuarto del precio referencial actual. El valor sentimental no cuenta en el cálculo.
A la hora del intercambio también está permitido el regateo.