Testimonio de inseguridad: 'Los delincuentes me amarraron y golpearon para robar el carro de mi hermano'

Una jóven fue asaltada con violencia para robarle su auto. Foto: Cortesía

Una jóven fue asaltada con violencia para robarle su auto. Foto: Cortesía

Una jóven fue asaltada con violencia para robarle su auto. Foto: Cortesía

Luciana (nombre protegido) es una chica de 18 años que sufrió un asalto violento mientras laboraba en el automóvil de su hermano, un Chevrolet Aveo Emotion Advance blanco de placas PCF 7836. La noche del sábado 6 de febrero del 2021, ella hizo una carrera a una pareja y le robaron el vehículo.

A continuación su testimonio:

“Usualmente yo trabajo con dos aplicaciones móviles cuando brindo servicio de transporte en el carro de mi hermano. Sin embargo, la tarde del sábado anterior, dejé de utilizarlas porque es peligroso hacerlo pasadas las 17:00.

Me fui a laborar a la parada de los taxis rutas que se ubica cerca del cementerio de Chillogallo, en el sur de Quito. Trabajo ahí desde hace algún tiempo y los vecinos me conocen. Cerca de las 19:50, una pareja me solicitó una carrera. Un chico se ubicó en el asiento del copiloto y la joven en el de atrás.

Me pidieron que les lleve al sector de San Luis que se ubica a lado de Santa Rosa. Al principio dudé, pero ellos me convencieron. En el trayecto, ambos conversaban y yo me sentía muy intranquila, incluso pensaba en cómo huir si en verdad trataban de asaltarme.

Al momento que me pidieron parar, el hombre me propinó un manotazo en la nariz y me quedé un poco inconsciente. La mujer me jaló del cabello y me puso sobre el piso del carro en la parte posterior. Me colocó un cuchillo sobre el cuello. Sentí que otras dos personas se subieron al vehículo; una de ellas lo conducía.

Me hacían preguntas y mientras les contestaba me agredieron. No sabía qué hacer porque me tenían contra el piso y me amarraron muy fuerte las manos y pies. Me amenazaron de muerte, dijeron que conocían perfectamente mis movimientos y en donde vivo, que iban a matar a mis familiares.

Me preguntaron si tenía parientes en la Policía. Les contesté que no y continuaron amenazándome con palabras soeces. Les dije que el carro tenía rastreo y creo que eso les asustó. Me abandonaron en un bosque de Buenaventura de Chillogallo, junto a un tipo que continuó golpeándome mientras me vigilaba.

Dijo que no me moviera porque me observaba. Esperé que pasen unos 10 minutos y el hombre finalmente se fue. En esos momentos no sentía mis manos porque se me cortó la circulación, no podía moverlas.

Con mucho esfuerzo logré zafarme de la cuerda que sostenía mis pies y caminé mucho para pedir ayuda. Estaba ensangretada en la nariz y también me hicieron un corte profundo en un dedo de la mano; me cosieron siete puntos. Mi ropa estaba manchada de sangre. Los delincuentes se llevaron el carro, documentos y 50 dólares de la caja.

Llegué a un barrio y me encontré con un señor que lavaba su vehículo en la calle. Se asustó al verme y le pedí ayuda, le dije que por favor llame a mi mamá porque me asaltaron. Yo estaba tan nerviosa que al principio él no entendió lo que le decía. El se bajó de su carro, buscó a su esposa y se comunicaron con mis papás. Ellos fueron muy amables conmigo, me limpiaron las heridas.

Mis padres llegaron inmediatamente y los señores me amarraron el dedo para que no siga sangrando. Fuimos a presentar la denuncia, pero todo fue un lío. Nos pedían copias de la matrícula y licencia, pero los delincuentes se llevaron esos documentos. Además, eran las 23:00 y era imposible encontrar una copiadora. Me dijeron que no nos podían ayudar.

En hacer la denuncia nos demoramos cuatro horas. Insistían que debíamos entregarles las copias y que no teníamos evidencias. O sea, prácticamente yo tenía que estar muerta para que nos ayuden. Al final logramos denunciar lo que pasó y nos dijeron que recién el martes 9 de febrero nos asignarían un investigador para nuestro caso.

Sin embargo, ese día temprano fuimos a ver al agente y nos indicaron que no había sistema y volvamos a las 14:00. Nos hicieron pasar tiempo porque yo necesitaba sacar mi cédula y otros trámites. Ayer nos proporcionaron el número de un investigador y nos dijeron que lo llamemos el sábado, una semana después del asalto.

Mi sueño es seguir la carrera de odontología, pero no he logrado aprobar el examen de ingreso a las universidades públicas. De hecho, tres veces he rendido esa evaluación y no me ha ido bien. La última calificación que obtuve fue de 895 y me faltaron 20 puntos.

Por mi situación, mi hermano me ayudó y me prestó su vehículo para trabajar y tener algún ingreso hasta poder acceder a la universidad y ahorrar algo de dinero. Nunca me imaginé que algo tan horrible iba a pasarme. Mis sueños se apagaron de un momento a otro. 

En redes sociales denunciamos lo que ocurrió y mucha gente nos ha llamado a pedir dinero con el argumento de que conocen el paradero del carro. No les hicimos caso porque no nos proporcionan información clara. Los documentos ya fueron localizados en un terreno baldío ubicado a lado de la escuela Abdón Calderón que se ubica a dos cuadras de la terminal de Quitumbe”.

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