No hay nada como las olas del mar para sentirse relajado y sobre todo libre. Cuando estoy frente al océano todo cambia es como que uno entra en una paz total.
De retorno a la ciudad vuelven los problemas del diario vivir. Allí la política, los actos delincuenciales y la falta de circulante copan la atención de la gente. Pese a todo, el surf que me mantiene en contacto con la naturaleza es como mi puerta de escape. Creo que si una buena parte de la población quisiera acercarse más a la naturaleza podrían ser todos más libres y no tuviésemos tantos complejos de querer ejercer dominio unos sobres otros.
Acercarse y dedicarse a la práctica de los deportes náuticos es muy saludable. Ayuda a mantener la mente ocupada y el físico en buenas condiciones, eso me ayuda a estar libre. Mi compromiso siempre será con mis alumnos. Ellos aprenden rápidamente y cuando los miro surcar las olas son más libres que su propio instructor. Esa es la nueva generación que tiene otras metas. Creo que lo hacen sin envidias y al menos dentro de esta disciplina tendrán un buen futuro. Redacción Manta