En cuatro intersecciones de la ciudad, la circulación de vehículos y peatones se complica por la falta de pasos cebra, la escasa señalización vertical y las fallas en los componentes y la calibración de los semáforos.
En Quito hay 830 intersecciones reguladas con semáforos. De estas, 430 son administradas por el Municipio y el resto por la Policía de Tránsito. Al referirse a los problemas relacionados con la sincronización de los semáforos, Carlos Páez, secretario de Movilidad, explicó que la diferencia entre los modelos tecnológicos que controlan el funcionamiento, no permite una programación adecuada. En otros casos, el problema es la falta de mantenimiento.
Los semáforos que administra la Policía aún no han sido transferidos al Municipio. El Cabildo espera la respuesta del Ministerio del Interior y de la Dirección Nacional de Tránsito sobre una propuesta de convenio para la transferencia de la infraestructura.
A pesar de ello, desde noviembre, el Municipio encargó la implementación de un sistema centralizado de semaforización a la contratista española Telvent Tráfico y Transporte SA. Páez explicó que en estos días están por concluir los estudios de tráfico. Esto consiste en el conteo de vehículos en intersecciones seleccionadas para calibrar el modelo de tránsito que hay en las intersecciones. Así se podrá programar el sistema según las circunstancias y los patrones de movilidad.
Paralelamente, se trabaja en la ingeniería de detalle, que consiste en identificar cada una de las intersecciones que se va a intervenir y la infraestructura necesaria en esos lugares.
En 12 meses se implementará la primera fase en 150 intersecciones. Las otras tres fases, de 150 cada una, estarán listas en los siguientes 12 meses. “La primera toma más tiempo porque implica la calibración del aplicativo informático para el manejo del sistema”. En total, 600 de las 830 intersecciones serán integradas al nuevo modelo. “El sistema debe estar operando completamente en diciembre del 2013”.
Después de eso, hay un proceso de transferencia tecnológica, en el cual los proveedores deben capacitar al personal del Municipio antes de transferir completamente la operación.
Giros prohibidos, una práctica diaria
En la entrada a Carcelén, decenas de conductores aprovechan la luz roja sobre la av. Diego de Vásquez, en la intersección con la av. Isidro Ayora, para realizar un giro en U. Según el reglamento a la Ley de Tránsito, esa maniobra está prohibida. “Es que no hay más cruces cerca para hacer el
[[OBJECT]]
giro”, asegura Oswaldo Álvarez, vecino del sector. Entre las 16:30 y las 20:00, la cantidad de vehículos que ingresa a Carcelén sobrepasa la capacidad de una bahía habilitada para el giro. Eso reduce la vía de tres a dos carriles.
El tiempo de la luz verde en el semáforo de giro es la misma durante todo el día: 23 segundos. Los cuatro semáforos peatonales no funcionan.
Un semáforo en medio del redondel
En el centro de la intersección de la av. Real Audiencia y Luis Tufiño hay un pequeño redondel. Allí está instalado un semáforo.
Esa es la única señal que regula el tránsito de conductores y peatones. En las bocacalles no hay cruces peatonales ni letreros que adviertan la presencia del redondel o la preferencia de la vía. Tampoco hay semáforos de giro.
[[OBJECT]]
Lidia Calderón, vecina, comenta que los accidentes se producen por la falta de semáforos de giro. Para curvar a la izquierda, la mayoría de conductores se alinea alrededor del redondel y cruza, con la luz roja, cuando la distancia de los carros que avanzan en sentido contrario lo permite.
El peatón, sin señales que guíen su cruce
Para cruzar 12 carriles de tres avenidas que confluyen en el sector de La Y, los peatones solo tienen tres semáforos peatonales. Para cruzar la av.
América, Olivia Uyaguari tiene que hacerlo corriendo. De norte a sur, no hay semáforos que detengan el tránsito de los vehículos que ingresan a la
av. América, a la 10 de Agosto y a la Gaspar de Villaroel. Los seis semáforos vehiculares más bien ayudan a regular el ingreso de los conductores al redondel.
[[OBJECT]]
Otro de los problemas es el mal hábito de los conductores que no utilizan las luces direccionales para advertir los giros. Uyaguari dice que para cruzar hay que adivinar a dónde van a girar los choferes y correr de una esquina a otra.
17 semáforos, en una intersección
Geovana Feijó prefiere ir todos los días a la escuela Simón Bolívar para evitar que su hijo Anthony Taco, de cuarto de básica, cruce solo la intersección de la av. Gran Colombia y la calle Sodiro. Asegura que los 10 semáforos vehiculares y los siete peatonales no son una garantía de seguridad para el peatón.
[[OBJECT]]
En su opinión, el principal problema es que hay semáforos peatonales que no permiten cruzar toda la avenida. Los giros izquierdos y los contraflujos de los carros también dificultan. En esa esquina, de sur a norte, la av. Gran Colombia cambia de cuatro a seis carriles. “Los buses articulados pasan a gran velocidad y se cambian de carril”.