Cuando la ciudad oscurece, de lunes a viernes, los ciclistas desarrollan diferentes actividades. Los paseos al Centro Histórico, las competencias de Byke Polo, los piques y el descenso se viven desde las 20:00 en las calles de la capital.
Cicleada del rey/ Lunes
Otra mirada al patrimonio
Lunes 19:45. El encuentro de unos 35 ciclistas es en el local Cicleadas del Rey, ubicado en el Centro Comercial Amazonas, en el sector de La Mariscal.
Aún es hora pico y por la av. Amazonas el tránsito vehicular es lento. Por la Cordero avanzan cinco ciclistas sin complicaciones. Desde hace tres años, ellos participan de los paseos nocturnos que recorren diferentes sitios de la ciudad. El 14 de abril, el destino fue el Centro Histórico.
La pedaleada empieza a las 20:00. Rony Caminos, de Cicleadas El Rey, guía el recorrido (3,5 kilómetros desde La Mariscal hasta La Ronda).
Al llegar a San Blas, mientras por el carril derecho circulan con lentitud los articulados del trolebús, por el lado izquierdo avanzan los ciclistas. En la cuesta para llegar a la Plaza de la Independencia, Carlos Brito pedalea de pie y cambia la marcha de su ‘nena’, como le llama a su bici. A ratos cierra los ojos y empieza la subida. Detrás de él hay otras 25 personas que de a poquito van llegando hasta el andén del trole de la Plaza Grande.
Son las 21:00, el silencio y la atractiva iluminación de las plazas e iglesias les da la bienvenida. El sonido de las ruedas sobre el pavimento es la única compañía. ¿Y para el cansancio? “Nada mejor que un buen canelazo.
El byke polo/ Martes
Sin barra femenina
Las conversaciones, las risas, las bromas y el choque de unos palos de aluminio contra una pelota roja de plástico irrumpen en el silencio de la noche del pasado 15 de mayo.
Es martes de Byke Polo y hasta el parque de La Isla, en el norte, llegan 12 ciclistas para disputar varios partidos de polo sobre ‘caballitos de acero’, sin árbitro y sin un tiempo determinado. Termina cuando uno de los dos equipos marca 10 tantos.
El primero en llegar a la cancha es José Chávez. Él maneja su bici con la mano derecha y con la izquierda sostiene una funda de tela en la cual lleva varios palos y una pelota. Detrás de él, llega Héctor Sabala (chileno).
Después de delimitar los arcos en cada lado de la cancha, los jugadores montan sus bicicletas e inicia la contienda.
No hay barra femenina, pero no siempre fue así dice desde la gradas Andrés Miranda. “Mientras tú jugabas, otro que estaba en las gradas te bajaba la novia. Eso no vale”, cuenta entre risas.
Tampoco hay marcador. Cada vez que se anota un tanto, quien lo hace grita “gol”. ¿Reglas? Únicamente dos. Está prohibido topar el suelo con los pies y quien lo hace está obligado a habilitarse tocando el filo de la cancha.
Los empujones y las haladas de chompas están permitidas.
El partido concluye al minuto 28. El equipo de Leonardo Ribadeneira y José Chávez anota 10 tantos. Luego de un descanso se alistan dos nuevos equipos. En uno de ellos se anota Sabala.
Así, la noche de martes adquiere un matiz diferente en el parque de La Isla.
El descenso/ Miércoles
El equilibrio es lo que cuenta
Para llegar en bici al parque Itchimbía, en el sector de El Dorado, hay dos opciones. La primera es pedalear por la cuesta de la Yaguachi hasta la Iquique. La otra, es por la av. Gran Colombia hasta la Sodiro. Ahí hay un pasaje con 280 gradas. Son las 20:37 y por la calle Sodiro se ve a 15 ciclistas que cargan su medio de transporte al hombro y suben la cuesta.
Luis Pínsag, integrante de Hell Bikers Quito, colectivo que organiza estas actividades desde hace cuatro años, es el primero en ascender. Lo hace con rapidez. Detrás de él camina Isaac Borja (9 años). Es miércoles 16 de abril, el día escogido por Borja para debutar en el descenso.
Pínsag es su entrenador desde hace una semana y asegura que está listo. Ya en la cima del graderío, las escalinatas parecen no tener fin y la iluminación no es buena. Los dos postes de alumbrado público no son suficientes para observar si hay algún obstáculo en el camino.
“Dale Isaac, tú puedes”, le anima Luis y le da una palmada en la espalda. A la cuenta de tres el pequeño empieza su descenso. Su padre, Franklin Borja, no se muestra nervioso. Su hijo llega sin complicaciones al final del empinado graderío.
Ahora es el turno de los 14 ciclistas restantes. Todos lo hacen sin dificultad y a una velocidad sorprendente.
Alexandra Montalvo es la encargada de organizar todos los miércoles el programa y convoca a través de la página de Facebook Hell Bikers. Ella es la última en descender. Solo en ese instante se inicia un nuevo ascenso.
Los Piques/ Jueves
100 metros de adrenalina
No hay una señal exacta que indique la salida y la llegada de la carrera de 100 metros de distancia. Dos competidores ponen la llanta delantera de su bici sobre la intersección de la calle Puerto Rico y La Isla, en el norte de la ciudad.
Después de colocar el seguro de su casco, Andrés Erazo ajusta los guantes de cuero en sus manos, sube los dos pies en los pedales y espera la señal de salida.
“Uno, dos, tres”, cuenta Pablo Ortiz, del colectivo Andando en Bici Carajo. Los dos ciclistas (Julián Jourjon y Andrés Erazo) pedalean lo más rápido que les es posible. Es jueves 10 de mayo y se desarrolla la tercera válida de los piques en bicicleta de este año.
Una cuadra de recorrido es suficiente para definir al ganador. El primero en llegar a la meta es Julián Jourjon. Él es francés y hace tres semanas llegó al país junto con su amiga Katherine Padel. Ambos se hospedan en La Casa del Ciclista, ubicada en las calles Cordero 12- 21 y Pinto, en el sector de La Mariscal.
Pablo Ortiz, Luis Herrera, Elsa Leve y Cristian Mandrano, formaron desde hace cuatro años el colectivo Andando en Bici Carajo, una de sus iniciativas es el desarrollo de los piques. Las válidas se realizan los primeros jueves de cada mes. No hay un lugar fijo, tampoco es necesario tener una bici de competencia.
Desde las 19:15 hasta las 22:00 se completan 54 carreras. Al termino, los competidores ciclean hasta sus casas. Para Ortiz, los piques juntan todas las tendencias de la bici en la ciudad “Es recreativo, se demuestra la velocidad y la resistencia”.
La farra / Viernes
Un bicibar con estilo único
La luz roja de neón alrededor de una llanta de bicicleta ilumina el frente de una casa, en la Lugo N 24 -259 y Guipúzcoa, en La Floresta. Así está decorada la entrada del bar ‘La Cleta’. Las mesas son de madera, los espaldares de la sillas son aros de llantas de las bicis recicladas y en la pared hay adornos hechos con cadenas y manubrios.
Detrás de la barra, Jesús Valarezo informa sobre el menú. La especialidad de la casa son las pizzas artesanales. Hay 10 variedades, incluida una para los vegetarianos. “Ofrecemos lasañas, choripanes, varias picaditas y lo que nunca debe faltar: cerveza”, cuenta con una sonrisa.
A las 21:30 llegan en sus bicis Julián y Katherine (participantes de los piques). Es que hasta La Cleta llegan personas que durante la semana, a más de realizar sus actividades profesionales, practican alguna actividad relacionada con el ciclismo.
De preferencia, la música que se escucha es rock clásico y blues. Los martes hay una excepción. Ese día, las mesas se acomodan en los costados del local y se habilita una pista para bailar salsa. Julián confiesa no tener aptitudes para bailar este ritmo tropical. Él prefiere mirar.
Antes de la medianoche, desde la mesa del fondo se escucha en coro “Feliz cumpleaños”. Santiago Loyola cumple 25 y a pesar de no ser ciclista gusta de la música en vivo y de las diferentes exposiciones de fotografía y las charlas que también se realizan en el bicibar.
Llegar sobre dos ruedas a La Cleta tiene un valor agregado: Descuentos en bebidas.