La hermana Mercedes Quintana encontró el cadáver de Gabriel García Moreno debajo de unos escombros. Recuerda que sucedió en abril de 1978, cuando los obreros, que había encargado el Arzobispado de Quito, desistieron de la búsqueda. Al marcharse de la iglesia de Santa Catalina, en la calle Espejo, dejaron varias excavaciones a medio terminar.
A Quintana le llamó la atención uno de los huecos que había quedado en el lado occidental del altar. Sobre una especie de lápida halló tres iniciales: GGM.
El cadáver del ex Presidente había permanecido sepultado en secreto en este claustro dominico desde el 2 de abril de 1883. “El Arzobispo había ordenado la búsqueda en todas las iglesias y conventos para conmemorar el centenario de su muerte”.
En el lugar aún se conserva la fosa abierta. Dentro de la sepultura, Quintana señala un pequeño nicho donde se habrían colocado las vísceras del difunto. “El corazón del ex Presidente fue escondido en el convento del Buen Pastor”.
La superiora del claustro encargó a Quintana el cuidado del cadáver. Durante unos dos meses, Quintana y la hermana María del Carmen sacaban el ataúd con el cadáver para que tomara sol en el patio del convento.
En la crujía occidental, entre la iglesia y el patio principal, se instaló el Museo Monacal de Santa Catalina de Siena. En un largo corredor entablado se encuentran los primeros óleos.
Al fondo se ve un anda con arabescos tallados en madera y recubiertos con pan de oro. Dentro de una urna de cristal duerme la Virgen María. Tras unas finas cortinas se puede ver el patio del convento, en el cual aún conviven 20 religiosas entregadas a Dios.
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El lugar está lleno de anécdotas. En una fotografía tomada por el historiador Ricardo Descalzi, se alcanza a ver la silueta en una pequeña terraza que la hermana Mercedes afirma que se trata de Santo Domingo de Guzmán. “Cuando se tomó la foto en ese lugar no había nadie”.
El refinado arte de la Escuela Quiteña se devela en los colores, en los detalles, materiales y técnicas que se descubren en una extensa colección de arte religioso, que se distribuye en seis salas y tres pasillos. “Muchas piezas del museo son parte de la dote que se pedía a las novicias que ingresaban al convento”. La hermana Mercedes lo hizo cuando tenía 19 años. Tuvo que huir de su casa en la noche porque su familia se oponía a que se hiciera religiosa.
Un claroscuro, que solo bajo la luz de una vela deja entrever los detalles de la Adoración de los pastores a Jesús, cuelga en la pared de la Sala del Nacimiento. Relicarios, secreteros y otros muebles complementan la muestra.
En otra sala, la Virgen del Tránsito descansa sobre una cama de madera. “Durante una visita, la imagen empezó a cubrirse de un finísimo rocío, al que incluso se le atribuyen curaciones milagrosas”. Desde entonces, se la conoce como la Virgen de la Escarcha.
El tercer piso está lleno de flores artificiales, jarrones decorados a mano y bordados que demuestran la habilidad y creatividad de las religiosas. “Cuando no había luz eléctrica, las hermanas bordaban a la luz de las velas o de lámparas de queroseno y algunas perdieron la vista”. El bordado de una casulla (capa) podía tardar tres meses de continuo trabajo.
García Moreno aparece de nuevo en una pequeña sala, que es parte del coro menor. En una caja de madera están parte de sus vestimentas, la gorra y los zapatos con los que había sido enterrado. Un hueso del brazo derecho quedó como evidencia de su descanso en Santa Catalina. Manuela Sáenz fue otra de los personajes que encontraron refugio en este convento. “Estuvo aquí entre los 14 y los 18 años”.
Horarios y costos
El Museo de Santa Catalina de Siena está en la calle Espejo 779 y Flores.
El horario de atención es de lunes a viernes, de 08:30 a 17:00. Los sábados atiende de 08:30 a 12:30.
El costo de la entrada es de USD 1,50 para adultos, USD 1 universitarios y USD 0,60 tercera edad y niños.
En el convento se pueden comprar medicinas naturales, vinos y golosinas.