En San Roque impera el desorden

En la calle Loja, en San Roque. Las carpas se instalan desde el puente peatonal. Las personas tienen poco espacio para caminar.

En la calle Loja, en San Roque. Las carpas se instalan desde el puente peatonal. Las personas tienen poco espacio para caminar.

En la intersección de la calle Cumandá y Loja, en el mercado San Roque, hay un fuerte olor a mariscos. En un tablero de madera se ofertan camarones, cangrejos, pescado y otros productos de mar.

El agua que se utiliza para lavar los mariscos es arrojada por las alcantarillas. En las rejillas metálicas hay restos de vísceras. Los perros callejeros rebuscan entre los residuos. En la esquina, la basura está amontonada.

A ocho pasos de allí, Carmela Pavón vende tomates y verduras en el piso. En ese sitio se ubica desde hace 10 años. “Antes de comercializar se lavan todos los productos. Esta feria siempre ha sido desordenada”, reconoce.

Pavón no da detalles sobre cómo se organizan los comerciantes. Los martes, miércoles, viernes y sábados, desde las 05:00, los vendedores se instalan en la calle Loja. Hay vendedores que duermen allí. Caminar es difícil por la cantidad de carpas.

No hay orden. Por ejemplo, en las calles Loja y Túpac Yupanqui, un puesto donde se vende carne de res está junto a un plástico negro que protege los rumos de quintales de papas. La calzada está sucia. Los restos de las cáscaras de habas, papas y cebolla están pegados en el piso.

José Lema, propietario de un restaurante en La Marín, llega al mercado los miércoles y viernes. Así lo hizo ayer. Él compró choclos, papas y carne. Reconoce que en la feria no hay aseo. “Vengo porque los precios son más baratos. Quince choclos en USD 1. Ese precio no se consigue en los centros comerciales”.

Junto al puesto donde Lema compró los choclos, que estaban sobre un plato, también se ofertaban camisetas y medias. Había música a alto volumen. Un vendedor gritaba a sus clientes. Sobre un plástico negro, él ofertaba repuestos de licuadoras, cocinetas y un tanque de gas.

Roberto Guachamín, de 49 años, también instala allí una mesa para vender menudencias de pollo. Trabaja en el mercado desde hace 20 años. Al inicio acompañaba a su madre.

“Comprábamos los pollos y entregábamos en los frigoríficos. Las menudencias vendíamos aquí. Tenía un puesto adentro del mercado, pero me quitaron”.

Sin dar explicaciones, cuenta que prefiere vender en las afueras y cancelar USD 2 diarios. Ese es el aporte de los comerciantes para la seguridad.

Eso, en cambio, causa molestias a los comerciantes que están dentro del mercado. Ellos reclaman más controles y se quejan porque las ventas disminuyen debido a la presencia de los vendedores en las calles.

En San Roque están registrados 2 720 comerciantes. Sin embargo, hay pugnas entre los vendedores. Se calcula que hay 21 asociaciones divididas en tres grupos, lo cual complica organizar a todos los vendedores.

Roberto G. no se siente representado por los dirigentes. Pero está consciente del problema.

“Reconocemos que las condiciones de trabajo no son buenas. Pero tampoco nos pueden dejar sin nuestros espacios”. Los sábados hay más de 4 000 comerciantes, con los minoristas que no están asociados.

Eso se evidencia en el puente peatonal de la calle Loja, que está sobre la av. Mariscal Sucre. Allí, desde las gradas, hay comerciantes que ofertan bisutería, mandarinas, tomates'

A diferencia de lo que ocurre en las afueras del mercado, donde los puestos de los comerciantes están amontonados, en los pasillos de adentro hay puestos vacíos y abandonados.

También hay algunos locales que solo sirven de bodega. Hay mercadería cubierta con costales de yute. Tampoco hay orden ni numeración que identifique a los lugares de expendio.

Según la Administración del mercado, hay vendedoras que se oponen a la reubicación en los espacios abandonados.

Maritza Taipe, comerciante de frutas, cree que los administradores solo evitan peleas diarias entre comerciantes. “En la realidad no pueden poner orden porque hay fuertes grupos de poder muy conocidos”.

La publicidad se retirará

Luego del anuncio del alcalde Augusto Barrera, de suspender la vigencia de la Ordenanza 304, para la creación de la Empresa Metropolitana de Logística y Comercialización (Emelcom), se suspenderá la publicidad en los medios.

Desde hace siete días, el Municipio pautó una cuña, en la cual se informaba las ventajas que tendrá la Emelcom.

Luis Dávila, director de Comunicación del Cabildo, no precisó el costo de la campaña. “Es parte de la pauta publicitaria que consta en el contrato del Municipio con los medios”.

El propósito de la Emelcom era administrar los 54 mercados y 39 ferias libres,

Los dirigentes de los mercados y los funcionarios del Municipio deberán programar las visitas a cada uno de esos centros de acopio, para estructurar una ordenanza en consenso.

En las reuniones participará Barrera. En la agenda de temas que se discutirán se incluirán los proyectos para cada mercado, las políticas de manejo de puestos, los presupuestos y el uso de suelo. Para ello, se determinará un equipo de trabajo.

Hasta tanto, la Comisión de Comercialización no nombrará al gerente de la Emelcom.

No hay mejoras en La Ofelia

En la plataforma de La Ofelia, en el norte, se realiza la feria libre desde 1985. Según los dirigentes del mercado, están registrados 2 200 comerciantes de distintas provincias.

La feria se realiza los sábados y domingos. A pesar de ser concurrida, no registra mejoras en los últimos siete años. El expendio de productos se sigue realizando sin orden.

Los camiones se estacionan en los parqueaderos, dentro del mercado. Allí abren sus puertas y los comerciantes venden los productos.

Miriam Suquitana, presidenta de la Asociación, dice que el gremio de comerciantes está dispuesto a recibir mejoras, pero en la misma plataforma donde venden. Ellos se oponen a la reubicación en otros terrenos.

Desde mayo, los vendedores se comprometieron a dejar limpia la plataforma. Este espacio es utilizado como parqueadero durante el pico y placa.

José Sango, comerciante de prendas de lana, cree que lo primordial es mejorar el piso del mercado, cambiar las baterías sanitarias y ubicar más tachos de basura. “Estaremos dispuestos a colaborar”.

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