Juan Gómez, Mateo Veintimilla y Juan Guambi cumplen actividades diferentes y tienen algo en común: no dejaron el carro en la casa. Para ellos, el Día sin Auto, que se celebró ayer, fue igual a los otros días de la semana.
Juan Gómez no puede dejar el auto
El automóvil Nissan Sentra negro de Juan Gómez ayer estaba impecable. A las 09:30 continuaba limpiando sus vidrios y latas con una franela roja, como lo venía haciendo durante los últimos 20 minutos.El carro estaba estacionado en el parqueadero que pertenece al Fondo de Cesantía de la Policía Nacional, que está ubicado en la esquina de las avs. Colón y Amazonas. Gómez hacía tiempo hasta que llegara la hora de su siguiente recorrido por la ciudad.
En la radio de su taxi de servicio ejecutivo había escuchado en los últimos días sobre la Semana Internacional de la Movilidad. Se enteró también que ayer se celebraría el Día sin Auto. Pero no sería una jornada diferente para él.
Al igual que el lunes, el conductor salió de su casa, en el sector de la Villa Flora, a las 06:00. El grueso suéter que lo abrigó a esas horas, a las 09:30, estaba en el asiento del copiloto. Se lo quitó por el intenso calor de la soleada mañana quiteña.
“Yo no puedo unirme a esas cosas porque mi carrito es mi medio de trabajo”, contaba, mientras le sacaba una pequeña mancha a una de las ventanas del auto. Gómez contaba que al principio, cuando empezaron a sonar en Quito las campañas para andar sin auto o la aplicación del pico y placa, creyó que se aliviaría el tránsito en la ciudad.
Pero pronto se desilusionó. El hombre de pelo cano considera que mientras no se regulen el transporte público y las paradas de buses urbanos, continuarán las congestiones en las calles.
Gómez tiene cinco clientes a los que a diario transporta. Incluso, un recorrido con niños de escuela. Contaba que ninguno de sus clientes le propuso que suspendieran su rutina por el Día sin Auto. “Muchos son mayores, y por eso contratan mis servicios”. Para Juan Gómez pudo más su responsabilidad que la campaña.
A Veintimilla le disgusta ir en bus
“Los lunes voy en bus por el pico y placa, el servicio es pésimo”.
Mateo Veintimilla
Estudiante de Odontología
Hace un mes, la vida de Mateo Veintimilla dio un giro. Ingresó a la Universidad Central para estudiar Odontología. Sus padres, Gladys Santillán y Fernando Veintimilla, le regalaron una automóvil para que se movilizara con seguridad.
Él vive en el barrio La Bretaña, en el sur de Quito. Desde que empezó clases se moviliza en ese medio. Desde su casa a la universidad hace 45 minutos. Los lunes deja el carro en la casa por el pico y placa y utiliza el transporte urbano, hace 90 minutos.
Cuando viaja en bus gasta USD 1 y cuando viaja en su automóvil, USD 3. A pesar de la diferencia de USD 2, considera que el auto es más rápido y seguro. El pasado lunes, mientras viajaba en un bus de la cooperativa Latinos, escuchó que ayer fue ayer se celebraría el Día sin Auto.
En ese momento iba parado en el pasillo. Otras 30 personas viajaban en las mismas condiciones. El chofer conducía a exceso de velocidad.
“Viajar en buses es turro (malo). Me demoro más tiempo”
El martes estudió hasta la 01:00, para una prueba de Biología. Ayer utilizó su automóvil para trasladarse a la universidad. Considera que es una buena iniciativa el no usar el carro por un día, “pero el problema es el mal servicio de transporte”.
Salió a las 06:15 de su casa. Fue escuchando la música del grupo de hip hop The Fusnikens. En la avenida Maldonado, en la Estación Sur del trolebús, a las 06:30 había una larga fila de autos. Tuvo que esperar tres minutos para pasar el tramo de 300 m.
En el inicio de la calle Necochea, que conduce a los túneles, a las 06:40 había un atascamiento. Conductores que intentaban cambiarse de carril para circular más rápido. A esa hora no había policías.
Algo similar ocurría en San Diego, San Roque y en El Tejar. Veintimilla llegó a su destino a las 07:00. Se demoró 45 minutos, el mismo tiempo que hace un día común cuando no se celebre el Día sin Auto.
Él no se enteró del Día sin Auto
“No sabía que era el Día sin Auto. Además, tenía que traer a mi familia”.
Juan Pablo Guambi
Ingeniero en Sistemas
Juan Pablo Guambi llegó hasta el parqueadero, ubicado en la av. 6 de Diciembre y Roca, en un Volkswagen gris oscuro, de placas TDP-777.
Su hermana, la propietaria del vehículo, y su madre le acompañaban. Eran las 11:32 de ayer, cuando Guambi, de 27 años, se bajó del carro. Vestía un jean, zapatos deportivos blancos y una camiseta negra con una leyenda de ‘Ecuador es un paraíso en el mundo’, en inglés.
Con un gesto de sorpresa dijo que “no tenía idea” de que el miércoles 22 se celebrara mundialmente el Día sin Auto.
Reconoció que si lo hubiese sabido con anterioridad, no habría dejado el vehículo en casa. Esto, porque reside en el sector de Capelo, en el valle de Los Chillos.
En ese lugar, ubicado en el lado sur de San Rafael, no hay servicio de transporte público.
“Esa alternativa es viable para quienes viven en la ciudad, pero para quienes tenemos nuestra casa en los valles, es muy difícil. Además, debía traer a mi mamá y a mi hermana”. Ayer, Guambi las acompañó a realizar una diligencia en una notaría en la calle Roca.
Guambi, un ingeniero en Sistemas graduado en la Universidad Politécnica Salesiana, trabaja en un negocio familiar de orfebrería. Las oficinas están en las calles Esmeraldas y Vargas, en el Centro Histórico.
Hasta hace cuatro años, cuando era estudiante y su familia vivía en Chillogallo, en el sur, utilizaba el trole. Ahora tampoco utilizaría bicicleta, por seguridad.
Sus recuerdos se trasladan a la experiencia que vivió hace dos meses. A las 20:00, luego de visitar a su enamorada, en las calles Nueva York y Río de Janeiro (centro), tres desconocidos armados lo sorprendieron cuando estaba por subir al carro. Le robaron una computadora portátil y el radio del vehículo.
“No quiero ni imaginarme, en una bicicleta me robarían con más facilidad”.