Hoy se conmemoran 187 años de la Batalla de Tarqui. La hazaña se llevó a cabo en el Portete de Tarqui, en el Azuay. Las tropas fueron comandadas por el Mariscal Antonio José de Sucre.
Hoy, algunos ciudadanos colocarán la Bandera del Ecuador en sus casas y a las 11:30 se realizará el cambio de guardia presidencial con los granaderos de Tarqui, en la Plaza Grande.
Batallas como la mencionada son estudiadas en escuelas y colegios. Los museos se han convertido en una herramienta didáctica de la educación no formal (fuera de las instituciones educativas).
Uno de los sitios en los que se puede revivir el proceso independentista del Ecuador es el Museo de la Ciudad, que está ubicado en las calles García Moreno 572 y Rocafuerte. El museo abrió dos salas exclusivas para niños.
Una de ellas es la del ‘Encuentro de personajes de inicio del siglo XX’. Ahí, mediante una obra de teatro se relata el encuentro de un empleado ferroviario y una profesora. Ellos comparten su percepción de la época y dan a conocer cómo era un día del siglo XX.
La segunda sala ‘Juega a ser un niño héroe’, es una actividad de interpretación teatral de hombres y mujeres que participaron directa o indirectamente en la formulación de las constituciones de 1912, según la Agencia Pública de Noticias.
A las 10:00 del pasado miércoles, un grupo de 20 niños de quinto y sexto año de educación básica de la Unidad Educativa Franz Liszt llegó hasta el museo. A más del uniforme, los pequeños vestían abrigos y chompas que les protegían del frío de la mañana.
Al entrar en el museo, el grupo recibió una introducción de la época de la Independencia a cargo del guía Eloy Salazar. Junto a él recorrieron una de las salas del museo. Salazar comentó a los pequeños que en 1825 los hombres y la mujeres de la ciudad realizaban varios oficios como el del herrero, la guaricha (mujer que acompañaba a los soldados en la guerra), el panadero, el aguatero, el barbero, el portero, entre otros.
En las paredes se muestran algunas vestimentas y utensilios de los oficios de la época. Un horno de hierro y varias vasijas ocupan el centro de la sala. Pocos metros más al sur hay una gigantografía de la Plaza Grande, que llama la atención de los pequeños. Hay una pileta en el centro y la imagen es en blanco y negro.
Isaac Ruiz, de 10 años, escuchó con atención la explicación de Salazar. A ratos se separó del grupo y tomó apuntes de las placas de las fotografías en una libreta pequeña que guardó en el bolsillo trasero de su pantalón.
Por un corredor de la sala hay una puerta de madera que lleva hasta uno de los balcones del museo. Desde ahí, se podía ver el bulevar de la avenida 24 de Mayo. Los niño se arrimaron en los bordes del pequeño mirador y observan el monumento de la Virgen del Panecillo.
Salazar señala con su mano el volcán Pichincha, sitio donde se desarrolló la batalla. Les comentó a los niños que antiguamente en el museo funcionaba el Hospital San Juan de Dios y que hasta ahí llegaban todos los heridos.
Les recuerda a los infantes que los oficios que había en la época y les dice: ¿cuáles fue la actividad que realizó el herrero en la batalla? Eddy Tapia levanta su mano y menciona: “Era el encargado de hacer las balas” dice en voz alta.
¿Y el papel del aguatero? dice nuevamente Salazar: “Llevar agua para los soldados”, responden a una sola voz los niños.
“En todas las batallas que se realizan hay varios protagonistas. A más de los soldados hay otros héroes escondidos”, dice el guía.
El grupo vuelve a la sala del museo, camina hacia la planta baja y entran en una habitación con cojines de colores colocados en el piso. En un extremo hay una cortina. Es un camerino artístico. Ahí se muestran varios vestuarios para ‘transformarse’ en el héroe que “quieran ser” , dice Salazar.
En un baúl de madera hay cascos de bomberos, bigotes, pelucas instrumentos de médicos, plomeros, panaderos, mecánicos entre otros. Diana Collaguazo pide ayuda a su maestra, Paola Guachamín, para vestirse de médico. Junto a ella, Dilan Gualaceo se pone un casco rojo y un bigote café. “De grande seré bombero, salvaré a las personas y seré un héroe”, dice el pequeño.
Selena Balcae, profesora de la escuela, resalta la importancia de “desmitificar” al héroe de guerra. Según ella, es una forma recreativa enseñarle a los niños que todos pueden ser héroes, cuando realizan sus aspiraciones y contribuyen con la sociedad.
En la sala ‘Creativo’ se realizaron actividades como música, teatro y danza. También hay un área de artes plásticas y un área de reflexión. Los visitantes pueden escoger paquetes que incluyen un taller de creación escénica o manual. El museo se abre al público desde las 09:00 hasta las 14:00
La agenda
Recorridos teatralizados Por las salas del museo, interactúan con algunos personajes de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.
Proceso de la Independencia. Una muestra de los aspectos sociales, económicos, políticos y cotidianos que se desarrollaron en la ciudad entre los años de 1795 y 1830.
Los precios. USD 3 para el público en general; 2 para niños y adultos mayores. Las personas con discapacidad no pagan. Hay paquetes para grupos.