La gran roca alteró la cotidianidad de los quiteños que se movilizan a diario por la avenida Simón Bolívar

La avenida Simón Bolívar registra una fuerte congestión vehicular. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

La roca del talud ubicado en la avenida Simón Bolívar, frente al mirador de Cumbayá, colapsó este miércoles 8 de enero del 2020 por varias horas la movilidad en Quito. Según datos de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT), una fila de aproximadamente cuatro kilómetros se formó en la carretera, antes del intercambiador del Cóndor.
También se registraron embotellamientos en la avenida 6 de Diciembre, Oswaldo Guayasamín (Interoceánica), Nayón, Granados, Tanda y otras arterias.
Algunos conductores se mostraron molestos porque se quedaron atrapados por más de dos horas en los trancones. Miles de personas se atrasaron a llegar a sus lugares de trabajo, consultas con el médico, clases en universidades y otras actividades.
A continuación, los testimonios de las personas que vivieron con desesperación la emergencia del miércoles 8 de enero del 2020.
Darwin Crespo, conductor de bus de la cooperativa Asometrovip que cubre la ruta Chillogallo-Cumbayá:
“Perdí 100 dólares por quedarnos atrapados en el embotellamiento. El tráfico nos perjudicó mucho, principalmente desde las 14:00 cuando se anunció que se ampliaba el operativo para retirar la gran piedra. La Simón Bolívar se saturó completamente y con los 20 pasajeros que iban en mi bus nos tocó esperar durante dos horas, más abajo del ingreso a la Universidad Internacional. Los usuarios me insistían que tome rutas alternas, pero era imposible moverse con fluidez.
En las tardes, cada bus hace unas cinco vueltas con pasajeros en mi ruta. En cada trayecto se logra recaudar USD 50 en pasajes. Por el problema de ayer, perdimos ya que hicimos apenas tres recorridos.
También se desperdició combustible. Espero que esto nunca más vuelva a suceder”.
Cristian Vega, publicista: 'Mis clientes se enojaron porque no alcancé a entregarles los pedidos a tiempo'
“Elaboro pancartas de publicidad y siempre utilizo la avenida Simón Bolívar para movilizarme desde Guajaló, en el sur, hacia el extremo norte en Carapungo. También al valle de Tumbaco o Cumbayá. La emergencia de este miércoles fue terrible porque me demoré en las entregas de pedidos para mis clientes. Tuve que hablar con ellos y se molestaron mucho.
Eran dos carteles que recién hoy los instalé, para un restaurante y un local que comercializa zapatos. Perdí mucho tiempo ya que el bus en el que viajé se quedó atrapado. Ese tiempo aproveché para dejar un pedido en Tumbaco, pero luego me atrasé en trasladarme a Carapungo. Al llegar, la gente que me contrató me llamó la atención. Más allá de la emergencia de ayer, la situación es complicada en la Simón Bolívar porque siempre hay accidentes y tengo inconvenientes para movilizarme”.
Alexandra Cadena, docente secundaria: 'Si hay otros operativos similares, por favor que se los realice durante el fin de semana'
“Yo trabajo como profesora en un colegio que funciona en las tardes. Este se ubica en el sector de El Inca, en el norte. Para llegar me demoré bastante desde el valle de Los Chillos. Tomé un bus en La Marín y desde allí me transporté a la avenida 6 de Diciembre.
Había demasiado tráfico. Mis jefes se enojaron un poco, pero me comprendieron porque la movilidad era caótica en la ciudad. Incluso a los estudiantes y otros profesores les ocurrió lo mismo. Un panorama similar se presentó a la salida de clases y me demoré una hora más hasta arribar a mi casa. Usualmente estoy allí a las 20:00, pero ayer llegué a las 21:00.
Me enteré que habrá otro operativo para quitar más piedras y árboles con raíces expuestas, espero que se lo realice durante el fin de semana para evitar complicaciones”.
Beatriz Caiza, madre de familia: 'Nos atrasamos a la cita médica que tenía mi padre en el hospital del IESS de Carcelén'
“Cuando se anunció el cierre de la vía, lo que más me preocupaba era mi padre porque él me esperaba en Carapungo. Desde allí tenía que llevarlo al hospital del IESS, en Carcelén, para una consulta médica muy importante. Yo le ayudo a sostenerse y me necesita.
Eran las 15:30 y tomé el bus en el paso deprimido de la Simón Bolívar y autopista General Rumiñahui. Me demoré más de una hora en llegar. A cada momento, mis parientes me llamaban preocupados por teléfono para preguntarme en dónde estaba. La situación era desesperante porque teníamos la cita a las 16:30. Finalmente estuvimos allí a las 17:30.
Por suerte, los médicos sí nos comprendieron y ayudaron en el centro asistencial. Al final le ayudaron a mi padre y todo resultó bien”.
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