La plaza de Santa Clara, en el Centro Histórico, se convirtió ayer en una pista infantil de baile. A una cuadra de distancia se observaban las carpas, globos y el escenario que se instaló para agasajar a 2 000 niños por su día.
La música a todo parlante y el congestionamiento vehicular en la calle Benalcázar también advertían el ambiente de fiesta.
La Policía Metropolitana cerró esas calles desde la Rocafuerte hasta Santa Clara.
Desde las 10:00, los niños de las escuela aledañas al centro, como República de Chile, Japón, General Artigas y Rosa Zárate copaban la plaza empedrada, que fue reinaugurada en agosto pasado.
La banda Tapir sonaba en el escenario. Su música, a ritmo de rock, puso a bailar a los niños la conocida música infantil. Los niños se levantaron de las sillas y desplegaron su habilidad corporal.
Jessy Constante, vocalista y bailarina de la banda, enseñaba las coreografías a los pequeños.
“Es divertido, ella nos dice qué pasos hacer”, dijo Jefferson Morocho, de 8 años, de la escuela General Artigas, quien se despojó de su timidez y bailó con sus amigos.
A su compañera Nayeli Parreño le motivó bailar junto a Andrea Callejas, reina de Quito. A ella le gustó la canción ‘A mí no me gusta la violencia’. De paso aprendió más sobre los derechos de los niños y de los adolescentes.
En una esquina del escenario, la máquina de burbujas causó sensación. Los pequeños se agolpaban para cogerlas. Miembros del grupo Brincos Dieras, vestidas de muñecas y mariposas, trataban de regresarlos a sus lugares. Pero fue imposible, las burbujas causaron euforia en los pequeños.
Los personajes de dibujos animados como Mickey, Tiger, Silvestre y Fresita animaban a los niños a bailar.
A las 11:00 llegó el turno de la magia, a cargo de Peluquito (Edwin Segura). Uno de sus trucos fue cambiar tres veces el traje de su modelo con solo hacerla pasar por una tela. Luego continuó con pañuelos y botellas. Nicolle Guzmán y Pamela Viracocha, de la escuela Japón, no dejaban de aplaudir. Estaban emocionadas. Fue el único agasajo que recibieron.
Rosa Quizhpe abuela de Jefferson Rosillo, de dos años, se sumó a la fiesta. “No tenemos para festejarle por eso le traigo para que disfrute con otros niños”.
En una de las esquinas de la plaza los pequeños hacían fila para que les pintaran la cara de colores. Daniel y Jossue Tumbaco, de dos y cuatro años, dejaban que Dayana Burbano les dibujara el rostro como un gato. A Daniel le gustó lo roja que quedó su nariz. Su madre Yolanda Pérez estaba sorprendida de que los dos se dejaron pintar y sin llorar. En las dos horas que duró el programa, Burbano pintó el rostro de 40 niños. Ella estaba con otras 11 compañeras en esta tarea.
Los miembros del Circo Social, programa de la Vicepresidencia, también matizaron el festejo con malabares, bailes y mimos.
Al finalizar, los niños recibieron globos rojos y azules, un jugo de naranja y un sánduche.