Lucía Burneo, María Verónica Arias y Macarena Valarezo dejaron la corona y se involucraron en la política. Ellas dicen que lo hicieron empujadas por la convicción de servicio social que consolidaron mientras ostentaban el trono. También son empresarias y están vinculadas con organizaciones sociales.
‘No pude legislar a favor de la naturaleza’
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Lucía Burneo ejerció el reinado de Quito cuando la ciudad fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad (1978). Mientras fue soberana se dio cuenta del apoyo que le brindaba la gente, especialmente, del sur, donde fomentó la apertura de guarderías y comedores para niños. En La Ferroviaria la nombraron reina vitalicia del barrio.
En 1984 se postuló a la Concejalía de Quito por el Partido Liberal y se convirtió en la primera concejala de la ciudad. Ese año fue electo alcalde Gustavo Herdoíza.
En esa época aún no había la cuota de participación de la mujer en la política ni existía una alternabilidad del poder. “En el imaginario machista no cabía que las mujeres pudieran trabajar en beneficio de los intereses de la ciudad y de sus habitantes”.
Recuerda que en la arena política se la veía a la mujer como una figura decorativa. Su gran reto fue ganarse el respeto y demostrar que también las personas de sexo femenino podían aportar y participar, de una manera seria, en las decisiones de la ciudad. Desde su curul le apostó a los proyectos en beneficio de los barrios periféricos.
En el 2007 fue Diputada por la provincia de Pichincha, por el Partido Social Cristiano. Su compromiso de ese año fue trabajar en legislación ambiental, para aplicar los conocimientos obtenidos en sus estudios en Administración de Empresas y Gestión Ambiental.
Ella fue una de las 24 mujeres que en ese año integraron el Congreso Nacional. Su paso por el Legislativo fue fugaz, porque al mes de haberse posesionado, el llamado ‘Congreso de los manteles’ fue cesado. “No pude cumplir con mis sueños de trabajar por el país en lo ambiental, en lo social y como mujer profesional”.
De esa dura experiencia ahora está más segura de que la democracia es lo más sagrado.
“Jamás se la debe romper, no importa de qué partido político uno venga. Si no existen instituciones democráticas en un país, todos perdemos. Se puede servir desde cualquier función”.
‘Mi vocación ambiental me llevó a la política’
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El cuidado del ambiente es su principal derrotero. En 1987 fue electa Reina de Quito y al siguiente día fue a sembrar árboles. Su vocación ambiental y social se fortaleció mientras ostentaba la corona. Luego de dejar el trono retomó sus estudios de Derecho y en 1988, el alcalde Rodrigo Paz Delgado le pidió colaborar con su administración.
Decidió trabajar en temas sociales y de desarrollo comunitario. Lo que aprendió de la realidad de Quito, mientras fue Reina, lo puso en práctica trabajando durante cuatro años en el Municipio. Gracias a esa experiencia conoció más de cerca los inconvenientes de la ciudad.
“En esa época, Quito ya tenía problemas de deforestación, planificación y saneamiento”. Concluyó su doctorado en Derecho y decidió sacar una maestría en Derecho Internacional Ambiental.
Jamil Mahuad ya se había posesionado como alcalde y le apoyó para que consiguiera una beca de la OEA, para estudiar una maestría en Washington DC.
Regresó al Ecuador y fundó junto con otros abogados el primer Centro Ecuatoriano de Derecho Ambiental, que durante 15 años ha sentado las bases de las leyes con las que cuenta el país en materia ambiental.
Ha sido representante para Ecuador de organizaciones internacionales sin fines de lucro en el tema de la conservación ambiental. Además, es miembro de la Asociación de Protección de Animales y de varias organizaciones donde se desarrollan políticas de liderazgo en diferentes áreas como discapacidades, ambiente y grupos vulnerables.
La militancia política tocó sus puertas en el 2006. Ese año fue candidata a concejala, auspiciada por el movimiento Quito en Acción, liderado por Rodrigo Paz Delgado. Aseguró que obtuvo un mayoritario apoyo de la ciudadanía, pero debido al método de asignación de escaños en el Cabildo no alcanzó una curul.
En el 2007 fue diputada alterna de Lucía Burneo, por el PSC. No pudo hacer mucho, porque el Congreso fue disuelto al mes.
‘Si hay oportunidad buscaré la Alcaldía’
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El reinado le permitió a Macarena Valarezo posicionar su imagen, para luego incursionar en la política. Ella nació en un entorno familiar muy vinculado a ese ámbito. Desde pequeña le atraían los debates y discusiones sobre los asuntos de interés nacional y los personajes que marcaban la vida pública.
Su padre, Gonzalo Valarezo, fue parte del equipo fundador de la Democracia Cristiana. Su tío, Marcelo Fernández de Córdoba, fue vicecanciller de la República y participó en la firma del Tratado de Itamaratí, que selló la paz definitiva con el Perú. Su tío abuelo, Neftalí Ponce, fue senador de la República; y Camilo Ponce Enríquez, su otro tío abuelo, fue presidente del Ecuador y fundador del Partido Social Cristiano.
En el 2001 se vinculó a ese partido político y se postuló para concejala de Quito. “Lo hice porque quería seguir trabajando por la ciudad y dejar una huella”. Sus primeros pasos en la política los alternó con el papel de madre. Iba con su primer hijo, José María, a los actos proselitistas y hasta a recorrer los barrios, puerta a puerta, para difundir su propuesta. En el 2006 se candidatizó otra vez y en el 2008 optó por una tercera postulación. Será concejala hasta el 2014.
Estuvo en contra del alcalde Paco Moncayo, por las condiciones bajo las cuales se firmó el contrato para la construcción del aeropuerto de Tababela. Sostuvo que había un sobreprecio.
También es la creadora del proyecto de Seguridad Integral en el Transporte Escolar y del Programa Pasajero Seguro. El primero fijó regulaciones más drásticas para los conductores de las unidades y para el estado de los vehículos; el segundo, permite al pasajero enviar un mensaje de texto, para verificar si el taxi que usa es seguro. “A pesar de los logros, muchas veces me siento con las manos atadas, por no poder resolver los problemas de la ciudad”.
No descarta que en el futuro, si un buen sector de la ciudadanía la respalda, terciar para la Alcaldía de Quito. Su principal argumento: la pasión que siente por el servicio a la ciudad.