77 zonas de Quito están en riesgo por deslizamientos

Este martes 21 de enero del 2020, personal y maquinaria de la Epmmop limpiaron el deslizamiento en Zámbiza. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Luego de 14 días sin lluvias en Quito, el lunes 20 de enero del 2020 un fuerte aguacero causó problemas en el Centro Histórico y la acumulación de agua incidió en un deslizamiento de tierra en la antigua vía a Cocotog, que une a Llano Grande y Zámbiza.
En esta ruta alterna a la Simón Bolívar hay poca circulación vehicular. Pero suele ser una vía de desfogue que fue utilizada en coyunturas como el paro de octubre del 2019.
Este martes 21 de enero del 2020, el paso por la carretera se cerró por seis horas. Obreros de la Epmmop trabajaron con dos volquetas y una retroexcavadora para limpiar la desgastada vía, cubierta por una capa antigua de asfalto.
Los deslaves forman parte de los riesgos naturales con los que conviven los habitantes. Desde el 24 de septiembre del 2019 hasta el 20 de enero de este año se reportaron 126 emergencias, de ellos 59 fueron deslizamientos de tierra, 56 inundaciones y 11 colapsos estructurales.
Según Francisco Ruiz, director metropolitano de Gestión de Riesgos, en Quito se ha determinado que unos 77 taludes están en situación de vulnerabilidad. Los técnicos de esta Secretaría evalúan la situación con inspecciones y un análisis de los eventos registrados en años anteriores, para conocer la incidencia de deslizamientos. Además, se apoyan en los reportes de las nueve administraciones zonales.
Este martes 21 de enero del 2020, la ciudad amaneció nublada y al mediodía y en el tarde llovió, a diferencia de las últimas semanas caracterizadas por días despejados, soleados, calurosos y con radiación alta.

Según el Inamhi, para este miércoles se espera un día con un cielo parcialmente nublado, con incremento de nubosidad y lluvias ocasionales en el callejón interandino. Condiciones similares se esperan para mañana.
Aunque las lluvias suelen desencadenar deslizamientos, Ruiz señala que la ciudadanía también juega un papel importante en la prevención y gestión de riesgos, pues es la que vive cerca de los taludes y puede alertar a las autoridades, a través del ECU 911, sobre cambios que puedan ser el inicio de algún desastre.
Además, los moradores pueden aprender sobre prevención. Los barrios con potenciales riesgos pueden organizarse y solicitar a la Secretaría de Seguridad visitas para conformar brigadas de emergencia.
En el Mercado de Calderón, por ejemplo, del 13 al 17 de enero, unas 750 personas aprendieron sobre planes comunitarios de emergencia.
Aunque los taludes más visibles se ubican en vías como la Simón Bolívar, Interoceánica o Ruta Viva, hay otros en los barrios con un potencial peligro: Osorio, Pinar Alto, Comuna.
El Municipio tiene un plan que usa la información recabada para analizar el grado de riesgo y, de acuerdo con eso, priorizar las obras que se requieren para mitigarlo.
De esos trabajos se encarga la Epmmop que, el fin de semana, por ejemplo, realizó tareas de estabilización del talud en la calle El Tránsito, en Chillogallo, que da a la quebrada de Río Grande. En la zona se hacen obras desde el 13 de enero.
En ese punto se construirá un muro de gaviones de 5 metros de alto y se hará un relleno y un canal de descarga, entre otras obras, durante unos 80 días. La inversión es de aproximadamente USD 50 000.
El domingo, la tierra de otro talud se desplomó y afectó a un vehículo que quedó destruido, en la calle Mariano Castillo, en San Juan. Sin embargo, en este caso, según el Cabildo, se presume que ocurrió debido a una intervención antitécnica para una construcción.
El problema de los taludes no es un fenómeno solo de Quito, explica Camilo Zapata, geólogo de la Escuela Politécnica Nacional. Señala que es natural que existan deslizamientos donde hay relieve y estos no solo difieren por sus tipos de suelo. Estos eventos suceden por un disparador que puede ser el viento, en época seca, o por saturación, en días de lluvia y, en otros casos, por acción del hombre.
En vías y en barrios, la gente realiza cortes para hacer construcciones de infraestructura o vivienda, pero estos deben hacerse con base en un cálculo de la estabilidad del talud.
Esto requiere de un trabajo de campo, estudios de laboratorio, mediciones, análisis de la tendencia de precipitaciones en la zona y el tipo de vegetación, sostiene Zapata.
Frente a esos problemas, la mitigación es importante, porque disminuye la amenaza. Según la necesidad y el presupuesto se puede, por ejemplo, construir muros con drenajes o sembrar arbustos nativos de crecimiento rápido para sujetar el suelo y evitar desgracias.
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