Quito cuenta con 197 plazas, plazoletas y bulevares. Muchos de estos espacios son testigos silenciosos de historias del desempleo urbano. Uno de los lugares es la Plaza Benalcázar, en el Centro Histórico. En ese espacio, a la altura de la calle Olmedo, las barajas caen una a una. Entre cada partida, disputada sobre una suerte de mesas de concreto, un grupo de hombres cuentan las penurias que pasan al no conseguir un trabajo.
La Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo correspondiente a agosto de 2022 da cuenta de que, a escala nacional, la falta de plazas laborales alcanzó una tasa de 4,0% de la Población Económicamente Activa. En Quito, el desempleo afecta al 9,2% de la gente que está en capacidad de hacer actividades remuneradas.
En la plaza Benalcázar, las cifras tienen rostros. Estos repiten que el Municipio capitalino también debe generar opciones para la comunidad. Desde la Secretaría de Desarrollo Productivo detallan que hay propuestas en marcha. Algunas de estas son Quito Produce, dirigida para la población del Chocó Andino y la Ruta Escondida, capacitaciones para negocios relacionados con tecnología y apoyo para gestionar capital.
En ConQuito, a su vez, potencian las herramientas para la generación y consolidación de emprendimientos. Se incluyen huertos agroecológicos, pensados en la seguridad alimentaria y para la generación de recursos.
A la espera de opciones
En la plaza del área histórica, frente a la cual estaba el solar de Sebastián de Benalcázar, a diario se reúnen unas 60 personas. La mayoría sobrepasa los 65 años. Manuel Cevallos es electromecánico. Ejerció desde los 16 años hasta hace 10, cuando robaron el taller que tenía en el norte de Quito. Desde entonces, todo se complicó. Ahora, se dedica al comercio autónomo, en el barrio San Roque. “Vendo lo que puedo”, comenta.
El hombre arrienda una vivienda cerca del antiguo penal García Moreno y anhela un empleo fijo. Por ahora vive solo. Sus compañeros de mesa, a la par, exclaman: “Nadie nos da trabajo”. Héctor Rosero, de 62 años, trabajó como albañil desde temprana edad y, actualmente, por la falta de contratos, comercializa cigarrillos en las calles del Centro.
La crisis de la construcción y otras actividades aumentó desde hace tres años. Cevallos y Rosero experimentan los controles para no vender en los sitios públicos. Del mismo modo, cuestionan que son mal vistos cuando acuden a la plaza, en las tardes. En varias ocasiones, al filo del espacio público han visto robos. Tampoco han faltado quienes consumen sustancias sujetas a fiscalización. “¡Eso deben controlar!”.
En el sitio, además de jugar cartas para “aliviar el estrés”, algunos pasan la voz cuando saben de alguna opción laboral.
Sin embargo, a veces, ni la experiencia les abre puertas. Luis Inga, de 73 años, es albañil, plomero y pintor. Ha dedicado su vida a los oficios, cursó tres años de primaria. Ahora, el trabajo escasea.
Ya pocas veces labora una semana de corrido, por la que cobra USD 150. “No soy jubilado, debo seguir trabajando”. Cuando consigue una obra “grande” acude a la plaza Victoria para conseguir manos. Esta también se encuentra en el Centro Histórico y es un punto de concentración para colegas del hombre.
El trabajo de años le permitió tener una vivienda propia, en la que sus siete hijos tienen un espacio. Ese mismo esfuerzo le dejó una lesión en el hombro, por cargar cemento. Su esposa vende ropa.
Adultos mayores, afectados
En Quito, al menos tres de cada 10 adultos mayores hombres no están afiliados o cubiertos por un seguro. En las mujeres, el dato corresponde a la mitad.
Desde el Municipio y el Patronato San José, se impulsan talleres y ferias de emprendimientos para generar ingresos para ese segmento de la población. Cuentan con nueve centros de experiencia del adulto mayor, así como más de 500 puntos 60 y PiQuito. Se pueden comprar los productos en espacios como la Hacienda San José, que está ubicada en Los Chillos.
Manuel y Héctor no son los únicos en optar por el comercio autónomo. Solo basta con caminar una cuadra para observar la calle Chile copada de vendedores. Los productos son variados y los vendedores, de diversas procedencias.
En el norte, en espacios verdes de vías como la Naciones Unidas, pasa lo mismo. En Quito, hay 1 874 parterres y redondeles. Más de uno está ocupado por vendedores que buscan generar ingresos con la venta de dulces, accesorios para vehículos y más.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo del INEC, en esta última categoría, las actividades que priman son: agricultura y minas, servicios y comercio. En el empleo pleno: las ventas están en segundo puesto, con 16,9%.
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