De los 15 contenedores de basura que están distribuidos en un tramo de la calle José Herboso, en el norte de Quito, apenas dos están en buen estado. Los demás presentan huecos en sus costados, grafitis, tapas rotas o las palancas para abrirlos no funcionan. En uno de esos recipientes plomos coloca sus fundas de basura la familia Piñeyros, que habita en La Florida.
Alejandro Piñeyros ya tiene identificado a su contenedor preferido: el que se quedó sin tapa. Lo usa para no tener que manipular directamente los aparatos ya que las palancas que antes usaba para abrirlos están rotas desde hace meses.
La Empresa Metropolitana de Aseo (Emaseo) repara cada semana cerca de 42 contenedores con daños como estos en todo el Distrito. En Quito están instalados 5 354 contenedores, con capacidad de alojar desde 2 400, hasta 3 200 litros de desechos.
Y desde los últimos meses del 2020 y hasta abril pasado se hicieron 168 arreglos.
Emaseo cancela USD 300 por cada reparación, lo que equivale al valor del deducible por cada uno, debido a que todos los contenedores de la ciudad están protegidos con un seguro general de bienes.
Los daños más recurrentes en estos artefactos son por choques de vehículos particulares, vandalismo al quemarlos, problemas en las tapas y en el sistema de apertura y cierre.
Cuando un contenedor ya no sirve, y si así lo determina la aseguradora, se lo destina a un plan de chatarrización.
Solo en el 2020, y pese a que la ciudadanía pasó más de dos meses en cuarentena por el covid-19, Emaseo reportó 484 contenedores averiados por varias causas. En el 2019, se dañaron 1 700 contenedores. La mayoría se afectó por choques laterales de vehículos, que dejan hendiduras en las esquinas o las bases de cada recipiente.
Este tipo de averías en los contenedores también son comunes en sectores como La Kennedy, Santa Lucía (norte), Solanda, en la calle Portoviejo (centro-norte), entre otros.
Gabriela Cubero, moradora de Solanda, cuenta que casi todos los contenedores cercanos a su vivienda tienen las tapas dañadas o rotas.
Ella cree que las afectaciones se dan porque las personas en situación de mendicidad que caminan por la zona dejan palos estancados en las tapas, para poder sacar la basura con más facilidad. Los que no están dañados tienen pinturas o grafitis, dice.
La misma Emaseo reportó recientemente la afectación de un contenedor en el sector Dos Puentes, en el sur de la urbe. Allí, se colocó en el interior de un contenedor restos de materiales de construcción.
La colocación de residuos de este tipo también los daña y deteriora su sistema de apertura. Por eso la recomendación es que esos desechos se ubiquen en otros espacios. Para materiales de construcción, como tierra o ripio, están las escombreras ubicadas en El Troje y San Antonio.
Emaseo también cuenta con el servicio Fin de tereques, para la recolección de otros materiales más grandes que no caben en los contenedores.
Actualmente ese programa está suspendido por las restricciones del fin de semana, pero su objetivo es recolectar muebles que ya no se usan, llantas y otros elementos similares en jornadas semanales.
La última fase de contenerización en la ciudad empezó el 21 de septiembre del 2015 y finalizó el 20 de diciembre de 2016, por lo que la actual administración municipal no ha comprado un nuevo lote de contenedores.
Por ello, Emaseo realiza un mantenimiento preventivo de cada uno y cuando estos se dañan, se reparan y se colocan nuevamente en el sitio donde fueron retirados.
Esa tarea se interrumpió durante los primeros meses del 2020, debido a que las empresas encargadas de la reposición no laboraron por la pandemia. Pero desde finales de ese año y hasta abril último se ha cumplido con la reposición de estos recipientes en las 49 rutas donde están instalados.
Cuando se presentan daños, la ciudadanía puede reportarlos a Emaseo para los arreglos correspondientes. Eso desconocían Gabriela Cubero y Alejandro Piñeyros, quienes pedirán la intervención en sus respectivas zonas.
La colocación de contenedores arreglados se cumplió recientemente en la av. Pichincha, Cima de la Libertad, La Marín, San Luis, Camal Metropolitano y Ponceano.
En esas labores intervienen nueve trabajadores y un contingente de maquinaria pesada compuesta por una cama baja, montacargas y un camión.