Productos orgánicos a domicilio

Una llamada telefónica o unos cuantos clics en Internet le pueden ahorrar un viaje al mercado. Cada fin de semana, las hortalizas, frutas, legumbres y otros productos llegan a la casa de los clientes de De la Mata a la Olla.Ese es el nombre de la microempresa administrada por Christian Añamisi y Laura Araujo. Hace cinco años, Añamisi daba clases de computación en una comunidad rural de Patate. Ahí, el educador aprendió sobre el proceso de producción e intermediación de los productos agrícolas.

Así nació la idea de abrir una línea de comercialización directa entre los productores y los clientes. Añamisi conoció a Laura Araujo, consultora de turismo, y juntos pusieron en práctica la idea. En un huerto arrendado en la comunidad de Rumiloma, en el cantón Rumiñahui, crecieron los primeros cultivos de rábano y zanahoria, en el 2008.

Luego de las primeras ventas, los jóvenes empresarios buscaron alianzas con otros pequeños productores de la zona. Hoy, el huerto se convirtió en el centro de investigación Enrique Añamisi.

Un estudio de mercado reveló que el proceso de urbanización había reducido gran parte de los terrenos de cultivo en ese sector. “Además, pocas personas se dedicaban aún a sembrar alimentos para la comercialización”.

Actualmente, siete familias son parte del proyecto de producción orgánica. “Entre todos intercambiamos conocimientos para mejorar los cultivos”.

En sus terrenos, las zanahorias, cebollas, tomates, perejil, rábanos, lechugas y otros vegetales son cultivados sin la utilización de productos químicos. El abono también es producido en el huerto, con los desechos orgánicos. El agua de riego proviene de una vertiente natural.

Araujo se encarga de la difusión y de la imagen empresarial. El logotipo de la empresa, bordado en las camisetas de los administradores, es una marca registrada.

Cada semana, los administradores del negocio recogen los productos de su huerto y de sus proveedores. “A los productores se les paga el precio que ellos piden”.

Según la cosecha, se organiza una canasta de alimentos y se la pone en oferta en el blog. Se entrega un promedio de 60 al mes.

La de esta semana, por ejemplo, contiene acelga, cilantro, perejil, remolacha, papanabo, tomate riñón, albahaca y tomate de árbol. La mañana del viernes, Añamisi y Araujo empacaban y amarraban los atados de cada producto.

“Procuramos utilizar la menor cantidad de fundas plásticas o materiales que no puedan ser reciclados”. Así, los jóvenes profesionales aseguran que el proceso sea lo más amigable posible con la protección del ambiente.

El pedido mínimo es de USD 6 por cliente, hasta la tarde de cada viernes. Los administradores planifican una ruta de entrega, según los pedidos. El domingo salen a entregar los productos en cada una de las casas de sus clientes. “Los recorridos los hacemos en bus. A veces hay amigos que nos ayudan con el transporte”.

En casi dos años de trabajo, la calidad y la variedad de los productos ha ido mejorando. Araujo contó que parte del crecimiento ha sido gracias a la ayuda voluntaria de instituciones y de la comunidad. “En el huerto han trabajado estudiantes de la Politécnica, extranjeros voluntarios y el Municipio de Rumiñahui, que nos donó algunas plantas”.

Una parte de las ganancias se invierten en la compra de semillas y en el mejoramiento de los procesos técnicos de cultivo. “Queremos invertir en un sistema de riego básico y en una cubierta para proteger los cultivos”. Otra parte permite mantener un programa de capacitación en computación, inglés y nivelación escolar, a bajos costos.

El huerto también permanece abierto al público. Grupos de estudiantes han visitado el lugar para conocer sobre el proceso de crecimiento y producción de las plantas. También reciben consejos sobre el cuidado del ambiente y la protección del agua.

Este verano, el Centro de Investigación realizará el segundo taller de educación ambiental e inglés. Los niños y jóvenes entre 5 y 15 años participarán en juegos, recibirán clases de música, títeres y aprenderán sobre educación ambiental y agricultura orgánica.

Suplementos digitales