Una procesión que dura 19 minutos y se repite 96 veces a lo largo del año

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La fila de devotos es numerosa. Todos van cantando y cuando se acercan a una de las puertas de salida de la capilla Sagrado Corazón de María, que está dentro de la Basílica del Voto Nacional, extienden las manos y reciben una vela blanca. Antes de retirarse, la encienden y se ubican tras del sacerdote que, minutos antes, ofició la misa en ese lugar.

Segundos después, a las 19:00 de este jueves 26 de febrero del 2015 comienza la procesión más corta del país, pues dura 19 minutos. También es la que más ocasiones se repite (96), ya que se realiza dos veces de cada jueves de la semana: a las 07:30 y a las 19:00. Es para adorar al santísimo sacramento del altar de la Basílica, ubicada entre las calles Venezuela y Carchi.

El sonido de una campana y el olor a saumerio se esparcen por el templo. El padre José Camayo, director de la Basílica, se entusiasma mirando a gente de todos los estratos sociales y acentúa sus palabras con el aleteo tenue de sus manos grandes. Tras de él le siguen los fieles: amas de casa, empleados privados, comerciantes, funcionarios públicos...

El religioso los conduce hasta la primera de las cuatro estaciones previstas durante la procesión que rodea el interior de la Basílica. Se escuchan las primeras palabras del padre: “Sea para siempre bendito y alabado”. Y los presentes responden: “Mi dulcísimo Jesús sacramentado”.

Mientras sigue la procesión, junto al padre se encuentra Ana Freire. La mujer de 43 años es una de las más asiduas participantes. Comenta que después de esta ceremonia se siente renovada, además que la fe ha sido el bastón en el cual se ha apoyado para ganarle a los problemas que trae la vida.

El resto de fieles sigue su camino alrededor de la Basílica. Rezan en voz baja y hay muchas palabras que no se las entiende, solo las avemarías. Ya están en la segunda estación: “Sea para siempre bendito y alabado”. “Mi dulcísimo Jesús sacramentado”.

Entre las últimas personas que participan en la procesión está Arturo Castro, profesor de Inglés de la Academia Militar Polanco. Sus ojos muestran mucha alegría y reza con entrega. Comenta que esta tradición le reconforta y le da paz interior.

En la tercera estación sobresalen las plegarias. Iván Chicango, de profesión eléctrico automotriz, se va rezagando y lo hace con intención porque desea un momento íntimo para pedir por el bienestar de su familia.

Al final, en la cuarta estación, el padre levanta la custodia que cargaba entre sus manos y solicita a los presentes un “Viva Jesús”. Los aplausos suenan fuerte.

A las 19:19, los fieles comienzan a salir de la Basílica y la luz desvaída de la noche se combina con el frío que ya empieza a abrazar a la ciudad.

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