El costo de la obra fue de USD 14 millones de dólares. Servirá para la limpieza de la quebrada Shanshayacu, por donde fluye el mayor volumen de agua que va al río Machángara. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Los caudales naturales del Distrito se convirtieron en vertederos de todo tipo de desechos y en el destino final de las aguas negras. Solo el 1% de las aguas residuales que genera el Distrito Metropolitano de Quito son tratadas.
“La ciudad tiene una deuda ecológica con los ríos y quebradas. Ha crecido dándoles las espaldas, todo el sistema hídrico está bastante afectado. Estamos hablando de ríos muertos porque su nivel de oxígeno es casi nulo, por los niveles de contaminación”, dice María Verónica Arias, secretaria de Ambiente del Distrito.
La meta para el primer trimestre de 2019 es lograr el saneamiento de los ríos y quebradas del sur de la ciudad, lo que incluye parte del río Machángara y sus afluentes, hasta El Trébol, explica José Burbano, subgerente de Construcciones de Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento.
Con una inversión de USD 14 millones, la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Quitumbe, construida por la empresa ecuatoriana Eseico, será inaugurada el miércoles 8 de febrero del 2017 y es el primer paso del Municipio en esta tarea.
“Esta planta tratará 100 litros de agua por segundo, de la quebrada Ortega, y servirá a cerca de 75 000 habitantes de 15 barrios del sur, principalmente de La Ecuatoriana”, señala José Burbano.
En la quebrada Ortega, ubicada en La Ecuatoriana, se colocaron interceptores laterales que evitarán que las aguas residuales terminen en el cauce y las dirigirá hasta la planta, a través de tuberías. El proceso de tratamiento comienza con la separación de los desechos sólidos y continúa con el desengrasado y el desarenado.
Luego, el agua pasa a un tratamiento biológico, lo que Burbano califica como la parte medular del proceso, donde las bacterias convierten la parte orgánica en humus y producen los lodos activados. El siguiente paso son los clarificadores que separan el agua del lodo. Por último, el agua pasa por un tratamiento de rayos ultravioleta y a la cloración.
Así, el agua proveniente de la quebrada Ortega llega saneada a la quebrada Shanshayacu y, de ahí, al río Machángara. El subgerente de Construcciones de la Empresa de Agua Potable y Saneamiento aclara que no se trata de agua potable: “es descontaminada, sirve para riego y la limpieza del cauce”.
Burbano confirmó que la planta empezará a funcionar a mediados de la próxima semana con un 15% de su capacidad. “Cuando tengamos todas las bacterias sembradas, dentro de unos cuatro meses, se recibirá el agua en un 100%”.
La quebrada Ortega ya inició su proceso de descontaminación, gracias a la colocación de los interceptores –para la separación de las aguas servidas– desde hace dos años. Sin embargo, aún se observa gran cantidad de basura que se acumula en las rejillas de limpieza. La quebrada ya no destila mal olor, pero las áreas verdes que la bordean desde diferentes puntos de La Ecuatoriana aún son botaderos de basura.
“Antes no se podía pasar por el mal olor y la acumulación de la basura. Se han hecho mingas para descontaminarla. La contaminación nos afectó bastante, incluso salían ratas y yo evitaba pasar por acá. Esto ha bajado porque colocaron unas mallas”, comenta Rosario Gavilánez, moradora de La Ecuatoriana. Verónica Arias señala que los trabajos de descontaminación ha incluido capacitaciones a propietarios de lavanderías y talleres mecánicos.
La Empresa Pública de Agua Potable y Saneamiento ha invertido cerca de USD 100 millones en el saneamiento de ríos y quebradas del sur desde 2009, asegura Burbano.
Para la descontaminación de los ríos en la parte centro y norte del Distrito hay un proyecto a mediano plazo, mucho más ambicioso, la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Vindobona, con la cual se completaría la descontaminación de los ríos Machángara y Monjas, que son los contribuyentes más importantes del Guayllabamba y, a su vez, del río Esmeraldas.
La planta de Vindovona tratará 7 500 litros de agua por segundo. La estrategia para la construcción de esta obra, que costará USD 900 millones, son alianzas público-privadas. “Para 2025 debería estar iniciada la implementación de Vindobona”, agrega Arias.