Entrevista a Daniel Mera, diseñador gráfico.
Miguel de Santiago encarnaría hoy a la oposición de un alcalde y pintaría el Quito de la agonía. Un cuadro con imágenes de inseguridad, esmog, tráfico, baches y obras sin terminar.
Ese alcalde estaría en la cruz y la oposición lo flagelaría para que acepte los errores que ha cometido o para que busque soluciones para los problemas de la ciudad.
En su desesperación, aquel burgomaestre comenzaría a llamar a sus asesores para que se ejecuten obras viales en todo Quito, pero sin darse cuenta de que aún no se han terminado las que antes inició.
Esto crearía más inconvenientes en la ciudad y la oposición tendría más elementos para pintar un cuadro lleno de problemas.
Sin embargo, aquel alcalde estaría seguro de que esas obras lo ayudarían a salir de esa agonía, porque quienes verían la pintura no creerían en esos dibujos sino en el Quito del futuro, lleno de vías y movilidad. Eso le ayudaría a permanecer en su cargo.
Los opositores le recordarían que al verse en la cruz se equivocaría nuevamente, porque se estaría olvidando de que Quito tiene más problemas, como la inseguridad; pintarían a delincuentes y a alcohólicos caminando por las calles, en medio de quiteños asustados, y vagabundos.
El alcalde sufriría al verse acorralado y pediría una oportunidad. Los opositores lo bajarían de la cruz, pero habrían provocado una muerte política, solo entonces se darían cuenta de que habían enceguecido, y de que el Quito de la agonía era producto de su obsesión.