Mario Gallardo tiene una dolencia en el tendón de su hombro derecho. A pesar de la molestia, todavía puede descolgar cuatro pinturas que decoran la sala de su hogar. La casa está ubicada en el sector de Solanda, en el sur. Allí, entre las calles José Abarcas y Francisco Rueda, en el pasaje 13, hay una mesa pequeña en el patio, que es como el pequeño taller de Gallardo.
Sobre la mesa hay tizas de polvo de todos los colores, una chaveta y crayones. En una paleta de madera está pegada una cartulina negra (similar a una hoja de formato A4) sobre la cual este artista quiteño va plasmando sus dibujos y mezclando los colores, según los cuadros y su imaginación.Lo hace por la afición que tiene desde su infancia. Es el primero de cuatro hijos y en sus pinturas plasma aquellas imágenes del Quito antiguo.
Por ejemplo, en las cinco pinturas que cuelgan en la pared de su sala se puede ver cómo fue la Guaragua, El Tejar, la Plaza Grande, la geografía de la quebrada que actualmente es la calle 24 de Mayo, entre otras. Es una colección de gráficas del Centro Histórico, que inspiran a Gallardo a pintar. El artista se confiesa un apasionado por la fotografía.
Los vecinos del pasaje 13, en Solanda, saludan a Gallardo con cordialidad y deferencias. Lo tratan como ‘Don Marito’.
Reconoce que es un enamorado de la naturaleza porque en su infancia vivió dos años en Machachi. Luego, sus padres Carmen Amelia Vaca y Augusto Gallardo regresaron a vivir en San Diego, en el centro de la capital. Desde ahí, en su infancia y adolescencia, ya pulió sus habilidades para la música y la pintura.
Sin embargo, nunca fueron su oficio definitivo para subsistir. Optó por trabajar como mecánico industrial, en empresas privadas y en la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE). “Mientras trabajaba siempre pintaba. Algunos cuadros tienen mis familiares”, dice Gallardo, de baja estatura.
Su esposa Inés Terán también lo apoya en el arte. Ambos, hasta hace pocos años, hicieron un dúo musical. “También le apoyo a que pinte. Es una distracción para él. Las terapias en su hombro son necesarias”, dice Terán, en voz baja.
Trabaja de preferencia en cartulinas de color negro porque presta más facilidades en el fondo de un dibujo. “Al pintar negro de fondo, sobre el blanco, no queda bien”.
Gallardo espera seguir pintando y plasmando sus ideas en la cartulina siempre que el tendón de su hombro no le moleste. Para eso hace ejercicios y terapias. Asiste acompañado de su esposa.