La luz del semáforo está en verde y por la av. Pedro Vicente Maldonado, sector La Ecuatoriana, los vehículos circulan a un metro de distancia de tres estudiantes que están sentados al filo de la acera. Son las 12:20 del pasado viernes y los niños acababan de salir de clases.
En la puerta de la Escuela Abdón Calderón hay unas 40 personas, entre padres de familia y alumnos, que ocupan y bloquean por completo el tránsito por la vereda de 1,5 m de ancho. Para evadir el tumulto, tres estudiantes, de 7, 8 y 11 años caminan sobre la calzada, muy cerca de los carros.
Una profesora, con un chaleco verde, extiende sus brazos para contener a los estudiantes, de entre 6 y 11 años, que intentan pasar la avenida corriendo. Solo les permite hacerlo, cuando el semáforo para el tránsito vehicular. 40 niños corren hasta la acera del frente. No hay ningún policía Nacional ni Metropolitano.
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Luego de 30 segundos, el semáforo cambia de luz y, de inmediato, cinco vehículos que esperan en la calle Emilio Uzcátegui giran a la avenida Maldonado, por cuya calzada aún transitan estudiantes. Un motociclista frena apresuradamente, mientras que tres alumnos aceleran su paso para no ser alcanzados por el vehículo. Esa es la realidad a la que se exponen a diario 1 530 estudiantes de ese plantel educativo.
“Desde el 2010 solicitamos un puente peatonal al Municipio, pero hasta ahora no lo han construido”, informa Marcelo Narváez, director de la escuela. En un oficio enviado por la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop), se explica que no es factible levantar esa infraestructura, porque hay un semáforo.
Arturo Chicaiza, estudiante de octavo año, del colegio Jorge Mantilla, falleció luego de ser atropellado por un camión, en las afueras del plantel, en la av. Simón Bolívar, en Guajaló. La rectora Norma Arias también se quejó por la falta de un puente peatonal. Por ello, se conformó una brigada estudiantil, de la cual era parte Chicaiza. El accidente se produjo mientras él ayudaba a cruzar la calzada a los alumnos.
En la escuela Riobamba, ubicada en el sector de Guajaló, hay un puente peatonal. El viernes, padres de familia, tomados de la mano de sus hijos, cruzaban corriendo por la calzada de la transitada av. Maldonado (por debajo del puente), calculando que los vehículos estén a una distancia que les permita llegar al frente. En esa vía, el límite de velocidad es de 50 km/h para carros livianos.
Las clases finalizan a las 12:30, pero 15 minutos antes, la acera, que es de tierra y piedras, ya está llena de 15 vendedores y padres de familia que bloquean el paso.
Dos estudiantes, de no más de siete años, se sienta en la cuneta, donde hay papeles regados. Ellos hacen bolas que alcanzan a sujetar con sus dos manos. Un tráiler pasa, a una distancia de un metro, y los alumnos inclinan su cuerpo para lanzar las bolas de papel a las llantas. Eso lo repitieron con cinco vehículos. Quien logra golpear los neumáticos, gana.
William, estudiante de séptimo año, cuenta que cada vez que sale de la institución teme que un carro lo impacte. La razón: la acera está en mal estado y llena de personas, por lo que los alumnos suelen tropezar. “Uno se cae entre tanta gente y piedras, a veces quedamos al filo de la vía”.
Miriam Asimbaya, directora de la Escuela Riobamba, cuenta que todos los días hay cuatro brigadas, conformadas por cuatro estudiantes y cuatro profesores, para velar por la seguridad de los alumnos en la vía. “De vez en cuando, también hay policías nacionales que nos ayudan”.
En toda la ciudad, el Municipio formó brigadas de seguridad vial en 310 establecimientos educativos. En todo el Distrito hay 2 358. Padres de familia, profesores y alumnos fueron capacitados.