Botellas, fundas, desechos de materiales de construcción, llantas y costales de basura están desperdigados en la quebrada Ortega, en el sector de El Beaterio, en el barrio Rincón Andino, en el sur. Los roedores se alimentan de la basura y son un problema frecuente en las casas levantadas en los alrededores.
Marta Iza y Bayardo Rivera viven cerca de 15 años en ese sector. Con el paso del tiempo han perdido la esperanza de que el lugar se transforme en un espacio decente para vivir. “Solo queremos tener buenas condiciones de vida. Somos humanos. No es posible que vivamos cerca de una quebrada que es un basurero”.
Según Rivera, una de las soluciones para evitar tanta contaminación en el lugar y que el río se desborde cuando llueve es construir un embaulado. Es una petición reiterativa, sin eco.
La Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable (Epmaps) registra 53 quebradas en el Distrito Metropolitano, en las laderas del Pichincha y del Atacazo.
En el área urbana del Distrito, conforme al Plan de Uso y Ocupación del Suelo (2011), la superficie de las quebradas es de 2 134 hectáreas. A diferencia de las áreas aledañas a ríos, y debido al hecho de que han sido sometidas a fuertes intervenciones humanas, su cobertura vegetal se limita a ciertos remanentes de arbustos montanos y arbustos secos.
El pasado 7 de junio, el Concejo Metropolitano de Quito declaró a las quebradas del Distrito como patrimonio natural, histórico, cultural y paisajístico.
La impulsora de esta iniciativa, la concejala Luisa Maldonado, comentó que el propósito de la propuesta es apoyar a la restitución del patrimonio ambiental y cultural agredido, y que la recuperación de las quebradas es un proyecto de vida.
En las quebradas de los sectores del Mercado Mayorista, El Calzado y La Ecuatoriana, las escenas son similares. El agua tiene una tonalidad verde, en la superficie flota la basura y el mal olor aumenta cuando llueve. Las laderas de las quebradas soportan desechos de todo tipo como muebles, llantas, desperdicios de material pétreo y animales muertos.
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Las personas que residen en lugares cercanos a las quebradas, no acuden más donde las autoridades. Buscan soluciones propias. Rubí Vinueza vive en el sector de El Calzado, detrás del Centro Comercial El Recreo.
Ella optó por adquirir dos gatos para evitar que las ratas que viven en la quebrada entren a su casa. “La mayoría de mis vecinos tiene gatos. No podemos hacer más, el olor es insoportable, pero no podemos dejar nuestras casa. ¿A dónde iríamos?”.
El Municipio desarrolla el Plan de Manejo de Descontaminación de Ríos y Quebradas. El programa, que se encuentra en ejecución, contempla la intercepción, conducción y tratamiento de las aguas residuales, para minimizar los impactos que actualmente se originan en la descarga directa hacia los ríos y quebradas.
De esta manera, el caudal de los ríos y quebradas quedará libre de impurezas, ya que dejarán de recibir las aguas residuales, tanto domésticas como industriales.
El 81% de contaminación en ríos y quebradas es por las aguas servidas. El 19% restante es causado por los desechos industriales, como químicos, aceites, etc., según un estudio de la Epmaps.
En todo el sistema de quebradas de la zona sur (15), la actual administración está invirtiendo casi USD 6 millones para recuperar siete de ellas.