A las 20:00 del pasado martes, los ciclistas empezaron a llegar a la cancha de voley, frente al parque de la calle La Isla, en el norte de Quito. En 30 minutos se reunieron 12 personas.
Esa noche, la cancha no estuvo iluminada. Una vecina, encargada de cuidar los inmuebles del parque, se negó a encender las luminarias. Pidió dinero y los ciclistas se opusieron.
Pero la falta de luz no fue un obstáculo. Los deportistas se integraron en grupos de tres. Xavier Grijalva sacó de una maleta las macanas de polo. El diseño de esas herramientas es sencillo: un pedazo de cañería plástica atornillado al extremo de un tubo de aluminio. En la otra punta está enrollado un viejo neumático de bicicleta, que sirve de mango.
En los dos extremos de la cancha se colocaron cuatro conos para delimitar los arcos (dos en cada lado). La distancia entre los conos fue del largo de una bicicleta. En el centro del campo se colocó una pelota de hule.
El objetivo del juego, al que llaman ‘bikepolo’, es que los participantes hagan pasar la bola por el arco contrario, golpeándola con la macana y montados en la bicicleta. Se juega a tres o a cinco goles. “Los partidos son cortos cuando hay más deportistas”, asegura Grijalva.
Los jugadores no pueden poner el pie en el piso. Para evitarlo, se apoyan en la macana. Al grito de “¡polo!”, empieza el juego.
José Chávez se muestra muy hábil. Balancea su cuerpo a un lado y a otro, mientras sujeta duro el manubrio de la bicicleta montañera. Sus golpes a la pelota son certeros. Will Chávez, en cambio, muestra su destreza en su BMX. Se puede jugar con cualquier bicicleta.
Para no perder el equilibrio, Francisco Hurtado se apoyaba en su macana. Por momentos, la pelota se perdía en los rincones oscuros de la cancha. Carlos Martínez aprovechaba cualquier descuido para adelantarla bola a un compañero la bola. El partido terminó tres a cero.
Para el encuentro del martes último fue invitado Matthew Blake, un ciclista inglés que ya recorre 35 países. “En mi país, el polo a caballo es muy popular, pero es la primera vez que lo juego en bicicleta”, dice.
La poca iluminación no permitió alargar el encuentro a cinco goles y los ciclistas quedaron en encontrarse el domingo en un parque cerrado por el sector de la Kennedy, para la revancha. Todos los martes en la noche se encuentran en La Isla.