Parque La Carolina, norte de la ciudad, a las 05:15. El cielo aún está oscuro. Por la avenida De los Shyris circulan pocos automóviles y uno que otro bus urbano.
Al llegar a la avenida Amazonas, a la altura del Centro de Exposiciones Quito, hay un parqueadero con capacidad para 55 vehículos. 36 de ellos ya están ocupados. Elizabeth Cárdenas estaciona su carro, una Ford Explorer y baja junto con su mascota, Jack, un perro pastor alemán.
Ella viste un calentador azul, gorra y zapatos deportivos. Después de aplicarse un poco de bloqueador solar en su rostro, le pone la cadena a su perro y empieza a caminar hasta la Cruz del Papa.
En el sitio, un grupo de 10 atletas realiza ejercicios de estiramiento bajo La dirección de Wilson Benavides, de 55 años.
Benavides viste un calentador plomo, usa guantes de lana y una gorra. Los deportistas llegan, lo saludan y él les informa los kilómetros que deben recorrer. “Hoy tenemos que cubrir 12 kilómertros”, le dice a María José Herdoíza, una atleta venezolana.
Benavides práctica el atletismo desde hace 30 años. Recuerda que cuando entrenaba en el parque funcionaba el hipódromo. Luego de su entrenamiento se detenía a mirar a los caballos y tomar un descanso.
Uno a uno llegan los deportistas. El trabajo de ellos es constante y disciplinado. De lunes a sábado entrenan para participar en competencias atléticas. La más próxima es la Maratón de la Policía Nacional, que se realizará el domingo 4 de marzo. Saldrá desde la Tribuna del Sur, recorrerá el centro de la ciudad y llegará a la Comandancia de la Policía, ubicada en la avenida Amazonas, en el norte de la urbe.
A las 05:48, el frío es intenso y el paisaje del amanecer embellece el cielo de Quito. Por la primera pista de asfalto (3 700 metros), un grupo de deportistas se alista para emprender su recorrido.
En la esquina norte de la Cruz del Papa hay una pequeña caseta, donde Víctor Hugo Vivanco oferta jugos naturales desde hace 14 años. Él vive en Tumbaco. De lunes a viernes toma tres buses para llegar al parque. A las 05:00 ya esta listo para hidratar a las personas que llegan hasta el lugar para correr, ciclear o caminar.
Al parque no solo llegan atletas formados. Martha Briones, jubilada, viste un pantalón de tela y una chompa anaranjada. Ella vive en El Inca y todas las mañanas se encuentra con dos ex compañeras de trabajo, para caminar por la segunda pista (800metros). Ellas recorren tres veces la pista a paso lento. En el transcurso conversan de sus hijos, nietos y en momentos recuerdan al Quito de antaño, que ya no existe.
Dicen que el deporte fortalece el cuerpo. “Te da más energía y realizas con mayor entusiasmo las tareas del día”, asegura Fernanda Velásquez, de 65 años.
Mientras ellas completan la primera vuelta, desde el negocio de Vivanco se escucha el sonido de un extractor de naranjas. Algunos deportistas que pasan trotando frente al negocio de los jugos gritan desde la pista “Uno de toronja Don Vic. Ya voy por mi última vuelta, téngame listo”.
A las 06:00, los primeros rayos de sol alumbran la ciudad. El sonido de la música electrónica que sale de un alto parlante, imprime otro ambiente en el parque.
A esa hora empiezan los aeróbicos. Unas 15 personas entre hombres y mujeres de todas las edades empiezan a ejercitarse. Unos 15 minutos después, los cánticos de un grupo de cadetes de la Policía se combinan con la música.
Cerca de 700 deportistas llegan a diario, de lunes a viernes, hasta el parque. Algunos llegan caminando y otros, en vehículo. A las 07:00, en las pistas hay pocas personas ejercitándose.