La operación del Corredor Sur Occidental no pasó la prueba de fuego ayer. En lugar de facilitar la movilización de las personas, generó un caos vehicular en el sector de los túneles y malestar en quienes decidieron utilizar los buses tipo, confiando en que el viaje duraría 50 minutos desde la terminal de Quitumbe hasta Miraflores.
La unidad 38 salió de la terminal a las 06:11 y llegó a la parada cercana al Hospital Carlos Andrade Marín, del IESS, a las 08:04 (1 hora y 53 minutos). En la realidad, lo planificado fracasó y los pasajeros expresaron su inconformidad dentro de las unidades, en las paradas y en las calles.
En la mañana se formaron largas filas en los ingresos a las paradas y se vio una imagen inusual: los buses que ocupaban el carril exclusivo estaban encolumnados, llenos de pasajeros y prácticamente parados.
A las 08:25, en la parada El Tejar, sentido sur-norte, 14 buses esperaban para embarcar y desembarcar pasajeros. El comentario de una empleada privada que se movilizaba en un auto particular graficaba el problema. “Es como si en el carril exclusivo de la av. 10 de Agosto, hubiese troles en fila. Es incoherente, porque la idea del carril exclusivo es para que los buses circulen si embotellarse”.
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Cristina Pavón, estudiante universitaria, fue una de las perjudicadas por confiar en el nuevo sistema de transporte. Vive en La Magdalena y estudia en la Universidad Central. Tenía clases a las 07:00. Estuvo en la parada desde las 06:30 y en 15 minutos no pudo abordar una unidad. “Los buses llegan repletos. No paran para subir a más pasajeros”.
Los usuarios del transporte público también se enfrentaron a otro problema, por la falta de señalización y de seguridad en los accesos a las paradas. En La Magdalena, no hay un semáforo peatonal. Para cruzar la calle y llegar a la parada, Gustavo Gallardo tuvo que sortear los autos que estaban detenidos sobre el paso cebra.
A las 07:00, desde la av. Rodrigo Chávez, en sentido sur-norte, se formó una extensa fila de carros en el carril exclusivo y en el carril destinado para los vehículos particulares y para los 100 buses urbanos de las cooperativas que no concretaron la negociación con el Municipio.
A esa hora, entre la Rodrigo de Chávez y El Tejar, las unidades del corredor circulaban a menos de 10 km/h. Las autoridades municipales, estimaban que la volocidad sea de 40 km/h, en las horas pico. En la parada provisional de Los Dos Puentes permanecían 15 personas esperando un bus. Allí no hubo un recaudador para cobrar el pasaje.
En la intersección de las calles Necochea y Francisco Barba se produjo un caos. Los conductores de buses urbanos, de autos particulares y del Corredor pretendían tomar la cuesta para llegar a los túneles. Las personas abrían las ventanas de los carros para gritar frases en rechazo a la operación del Corredor. “Esto no funciona. Deberían buscar otra alternativa”, expresaba Cristina Fierro, con gestos de molestia.
El destino de Fierro era La Florida. Salió de su casa, en Chillogallo, a las 06:00. Una hora y media más tarde recién estaba en Los Dos Puentes. “Cuando funcionaba el contraflujo me hago 1 hora y 40 minutos hasta el trabajo”.
Por la alta demanda de pasajeros, el recaudador de la parada provisional ubicada en la Necochea y Miller advertía a los usuarios que no habían unidades disponibles y que debían esperar al menos 15 minutos.
Pilar Jácome tenía prisa por llegar a su trabajo, en El Dorado. Estaba atrasada con 40 minutos. Decidió caminar por la Necochea hasta San Roque. “Espero que allá haya menos congestión, para tomar un taxi”.
Otras personas también se bajaron de los buses que estaban detenidos. Caminaron por la Necochea para llegar a su destino. Sandra Reinoso tomó la mano de su hija Carolina, de 7 años, para llevarla a su escuela, en San Diego.
La operación del Corredor registró un cúmulo de problemas, a pesar de que durante dos semanas se realizaron pruebas. El propósito era evitar que eso ocurra.