El Metro de Quito moverá 3,1 millones de m³ de tierra

La tierra que sale de las excavaciones para la construcción del Metro llega todos los días hasta la escombrera El Troje 4, en el sur. Allí es dispuesta y compactada. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

La tierra que sale de las excavaciones para la construcción del Metro llega todos los días hasta la escombrera El Troje 4, en el sur. Allí es dispuesta y compactada. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

La tierra que sale de las excavaciones para la construcción del Metro llega todos los días hasta la escombrera El Troje 4, en el sur. Allí es dispuesta y compactada. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Es la tierra que sostiene varias de las vías principales de la capital: el material que está debajo de avenidas como la Amazonas, la Eloy Alfaro y De la República. Se trata de arterias abiertas hace más de 50 años, que hace seis meses comenzaron a ser cavadas para construir el Metro de Quito.

Toda la tierra se retira con tractores y es llevada a un lugar donde pueda ser dispuesta de manera técnica. La escombrera El Troje 4 recibe cada día un promedio de 230 viajes de volquetas con tierra producto de la construcción del Metro.

No todo el material es dese­chado en la escombrera. El de mejor calidad es llevado al Parque Bicentenario, para dar forma al diseño original que cuenta con desniveles, a manera de lomas.

Hasta el Bicentenario, llegan entre 50 y 60 volquetas cada día. Más de 2, 3 millones de m³ de tierra servirán para dar cuerpo al espacio verde.

La cantidad de escombros que saldrá de la construcción de este moderno sistema de transporte es enorme. Jorge Yáñez, gerente técnico del Metro de Quito, indicó que hasta finales de septiembre se evacuaron 496 000 m³ de tierra. El volumen total previsto para toda la construcción supera los 3,1 millones de m³, material suficiente para rellenar por completo más de cinco estadios olímpicos.

Hasta el momento, los trabajos principales de excavación se han realizado en la estación de El Labrador, en el Pozo de Santa Clara, y en el área de talleres y cocheras de Quitumbe. Además, se ha trabajado en excavaciones superficiales en las estaciones Jipijapa, Iñaquito, La Carolina, Solanda, El Calzado y Morán Valverde.

La extracción de tierra aumentará significativamente cuando las tuneladoras (encargadas se abrir los ductos por donde pasará el tren) lleguen al país y empiecen a operar. Entre enero y febrero arribarán las dos primeras y un mes después, la tercera. Tras un período de adaptación, alcanzarán su rendimiento estándar, en el que excavarán 4 900 m³ cada día.

En el momento, Quito no tiene una escombrera autorizada lo suficientemente grande como para recibir todo ese material. Las dos escombreras legales de las que dispone la capital son El Troje y Piedras Negras. La primera, ubicada en el sur, recibe cada día entre 800 y 700 envíos, es decir, unos 8 000 m³ de escombros, mientras que hasta Piedras Negras, en Tumbaco, llegan unos 20 camiones diarios, es decir, no más de 250 m³.

Santiago Andrade, gerente de Operaciones de la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs), explica que la capacidad de la primera etapa de El Troje está a punto de llegar a su tope.

Esta escombrera entró en funcionamiento en febrero del 2015 y tiene una capacidad para recibir 3 030 000 m³ de material. Se calcula que llegue a esa cantidad en diciembre.

Entonces, comenzará a operar la fase dos, que permitirá desfogar 3,3 millones de m³ y terminará rellenando el lugar a una cota de 12 metros sobre la Simón Bolívar. Sin embargo, no será suficiente para recibir toda la tierra que saldrá, debido a la construcción del Mero.

Según Andrade, precisamente se están realizando estudios para abrir dos nuevas escombreras en el norte de la ciudad: en Cocotog y en San Antonio de Pichincha.

En la primera ya hay un acuerdo previo con la comunidad, y se tiene previsto que entre en funcionamiento en marzo del año entrante.

En San Antonio, la escombrera se habilitará en una antigua mina que será entregada en comodato a Emgirs. Se rellenará con escombros y se hará una remediación ambiental, lo que le convienen al dueño de la excantera y a la comunidad, indica Andrade. Se estima que se la habilite en febrero.

Mientras eso ocurre, todo irá a parar a El Troje. Allí trabajan 23 personas. La dinámica es sencilla: ingresa la volqueta, se la pesa y cancela 56 centavos más IVA por cada m³.

En el área de disposición hay un equipo especializado que dirige a la volqueta para hacer la descarga. Allí, un tractor, riega el material y unos rodillos lo compactan para que la tierra se mantenga estable.

La escombrera está técnicamente diseñada para evitar deslizamientos y acumulaciones de agua. La zona queda segura. Según Andrade, una vez cerrada la escombrera, se volverá un parque.

Llevar la tierra hasta la escombrera tiene un precio, todo depende de la ubicación del punto de extracción y de la distancia hasta la escombrera.

El costo total estimado para el traslado de material está calculado en USD 12,8 millones.

Cuando se halla tierra contaminada el tratamiento es otro. Según Yáñez, en el momento se realizan estudios para determinar la presencia de hidrocarburos en algunos sectores. En el caso de que existan, se realizará la remediación antes del paso de la tuneladora.

En contexto

Los trabajos de excavación para la construcción del Metro empezaron en abril pasado. Hasta el momento, se han retirado 496 000 metros cúbicos de tierra. El material ha sido llevado hasta la escombrera El Troje 4, en el sur.

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