Los cimientos de lo que será la Estación Colinas del Norte del sistema Quito Cables Roldós- La Ofelia, están en su etapa final.
La obra sigue su curso, pero el plazo contractual se suspendió, lo que significa que la fecha de entrega se extendió cinco meses. Así lo explica Carlos Baldeón, director técnico de Fiscalización.
La suspensión del plazo se debió a tres factores. Darío Tapia, secretario de Movilidad, señaló que el primero tuvo que ver con las expropiaciones. De las 32 contempladas, las familias de San José del Condado, (ocho predios) se niegan a salir, pese a que su dinero fue depositado en la Judicatura.
El segundo factor gira en torno a un hallazgo arqueológico que tuvo lugar en La Ofelia. Allí se encontró una vasija globular y fue necesario hacer una prospección arqueológica para determinar si el hallazgo fue fortuito.
Y el tercer factor se originó el 21 de agosto pasado, cuando el Servicio Nacional de Contratación Pública (Sercop) negó al Cuerpo de ingenieros del Ejército la autorización para comprar el sistema electromecánico.
La falla, explica Tapia, fue que el Cuerpo de Ingenieros, en lugar de colgar los documentos con las especificaciones técnicas en el portal, puso un link que llevaba al usuario a la página de la Epmmop donde está la documentación. Ahora, el proceso de contratación deberá empezar de nuevo.
Así, el proyecto que tiene un 5% de avance según el fiscalizador, y que en inicio estaba contemplado desarrollarse en 16 meses, hoy tomará 21.
Uno de los puntos controversiales del proyecto gira en torno a los insumos locales que se utilizarán. El estudio que realizó la Politécnica Nacional, con Baldeón a la cabeza, determinó que el mercado local tendrá una participación del 30,7%.
Baldeón, quien además es presidente del Colegio de Ingenieros Mecánicos de Pichincha (que agrupa a 3 500 ingenieros y 50 empresas), contó que al enterarse del proyecto, el gremio pidió audiencia con el Alcalde para pedirle que el sistema sea hecho por ingenieros nacionales. La industria nacional, asegura, tiene experiencia en hacer teleféricos turísticos, pero a diferencia del transporte masivo tiene exigencias tecnológicas menores.
Así, se logró que el estudio definitivo, que costó USD
630 000, estuviera a cargo de 40 ingenieros especializados en ocho ramas, y de profesores de varias universidades. En seis meses elaboraron 3 000 planos y memorias técnicas plasmados en tres productos: implantación estudios de suelo, ingenierías de detalle (planos), e ingeniería de costos.
En 12 000 páginas se analizaron precios unitarios de todos los productos. Explica que se hizo una desagregación tecnológica junto con las empresas nacionales para ver quién podría fabricar los implementos y la conclusión fue que en el país no hay empresas que ofrezcan esas tecnologías.
Baldeón asegura que al momento hay empresas interesadas en hacer ciertas partes. A ellas se les ha entregado los planos para que implementen esa tecnología y puedan hacerse cargo de su elaboración en la fase 2 de los Quito Cables.
Así, dice Baldeón, la participación del mercado local en el sistema electromecánico pasará del 10% en la fase 1, a un 40% en la fase 2. “Nuestro objetivo es que la mayor parte de las empresas sean nacionales, y en un plazo de cinco años tener una fabricación del 90% de todos los implementos”.
Baldeón explica que para saber qué implementos del sistema electromecánico pueden ser elaborados en el país, hace seis meses se hizo una presentación a la Federación de las Industrias Metalmecánicas (Fedimetal), que agrupa a 50 empresas. La conclusión fue que se podía empezar a hacer el 10% de los componentes del sistema como suministros de cables de fibra óptica, tableros de los transformadores…
Guillermo Pavón, director de Fedimetal, explica que inicialmente en los talleres mantenidos con la Politécnica se les explicó que debido al riesgo que supone todo el proyecto, muy difícilmente la industria local podía proveer, por las certificaciones y garantía.
“Nosotros accedimos, pero una vez que hicimos un estudio a fondo, incluyendo a empresas relacionadas con carrocerías, determinamos que al menos un 34% del sistema electromecánico puede ser fabricado por la industria nacional. Es cierto que nunca se habían hecho antes, pero siempre hay una primera vez”.
Cuestiona que en los diseños se colocarán implementos que no hay en producción nacional, cuando en su lugar se pudieron colocar otros que podían sustituirlos sin afectar su funcionamiento.
“Tenemos una industria con tecnología de última generación en algunos procesos. Pero las especificaciones restringen o limitan la participación”.