Mariana Cruz llegó ayer a su casa a las 19:00. La joven guarandeña, de 22 años, trabaja en un local de venta de celulares en el sector de la Floresta. Vive sola en un pequeño departamento de la calle Pedro Cepero, en el sector conocido como las Cinco Esquinas, al sur oriente de Quito.
Dice que no tiene tiempo para cocinar y que siempre come algo antes de regresar a su domicilio.
“Es una suerte vivir en un lugar donde siempre hay algo para picar, mi plato preferido son los pinchos asados”. Ella sonríe, mientras Manuel Maza le pone mayonesa y chimichurri al chuzo (así se lo llama en la Costa).
Maza es un manabita que hace cinco años vende carne asada en la calle Cepero. Todos los días, a las 17:00, instala su carro de comidas en esta concurrida vía.
Él vive en el sector de Guamaní y se moviliza en un pequeño auto de su propiedad.
El manabita es robusto, lleva un delantal color negro y una gorra azul. Con las mangas del saco no deja de aplacar el sudor de su frente. El humo que sale del local inunda la calle y el olor de carne asada atrae a los comensales que se acercan de a poco.
“Todos los días vendo un promedio de 200 platos. Gracias a Dios me va bien”. El precio del producto varía entre USD 0,60 y de USD 1.Mientas Maza aviva la llama del carbón con una secadora de pelo, Laura Ipiales también hace lo mismo pero con un abanico de paja. Ella vende mollejas y cueros asados en la Calle José María Albán, más conocida como la J, en el sector de Solanda.
La mujer, de 40 años, se abriga por el frío nocturno. Usa una gorra de lana gris, una gruesa chompa amarilla y un pantalón rosado. Trabaja ahí desde hace 15 años. Recuerda cómo en esa época la calle era de tierra y las primeras casas eran sencillas.
Ahora, el lugar se ve repleto de locales comerciales donde ofrecen ropa, comida, calzado, medicinas’ La amplia avenida está repleta de gente y de grupos de jóvenes que ‘hacen vaca’ (recolectan dinero) para comer algo.
La música suena con fuerza en cada esquina, en especial el reggaetón y la bachata.
“Hace 10 años la calle empezó a registrar actividad comercial y los puestos empezaron a crecer, antes no había luz ni agua, eran terrenos desolados”. Eso dice Ipiales, mientras prepara dos platos para los hermanos Juan y Martín Castro, sus “clientes fieles”. La hora en la que más vende es desde las 18: 00 hasta las 22:00 y despacha 125 platos por jornada.
Uno de los problemas que afecta al sector, según Natalia Páez, es la delincuencia. Dice que el barrio se ha vuelto inseguro y tiene miedo salir por las noches. “Las ventas ambulantes sin control han tornado al barrio inseguro”. La misma percepción la tiene Mariana Cruz, para quien su sector también es peligroso.
Al inicio de la calle J, en el parque de Solanda, se ubica una Policía Comunitaria donde se encuentran nueve gendarmes . Uno de ellos asegura que los patrullajes en el sector son constantes.
Otro de los lugares que ofrece una gran variedad de comida es la conocida Michelena, en el sector de la Atahualpa. Desde hace 10 años Magdalena Moya vende espumilla con frutas.
Una batidora industrial mezcla los ingredientes del típico postre cuando Moya coloca frutas en un vaso de plástico. Instala su local a las 12:00 y vende hasta las 10:00. “El sector es bastante concurrido y las ventas son buenas”. Entre sus clientes destacados -reconoce con orgullo- están el presidente Rafael Correa, el alcalde de Quito, Augusto Barrera, entre otros personajes.
El sociólogo Ernesto Ávila reflexiona sobre los locales de comida y dice que es una tradición de los pueblos andinos disfrutarla en lugares públicos.
“En algunos sectores de Quito la gente mantiene tradiciones comunitarias, como disfrutar de los platos típicos que se ofrecen en varias calles de la ciudad”.
El 22 de julio pasado se presentó la propuesta de reubicación de los 200 comerciantes de la Michelena a las antiguas instalaciones de una ex iglesia, en la avenida Mariscal Sucre y Alonso de Angulo. Rocío Estrella, directora de comercialización de la Administración Eloy Alfaro, explica que en esa vía se construirá un bulevar. Moya comparte esta medida. “Estoy de acuerdo con la reubicación ya que trabajaremos con orden e higiene”.
A las 23:00 los tres vendedores se han retirado satisfechos, pues la jornada fue de lo mejor.