Su creatividad y la habilidad para elaborar cosas con las manos las unió laboralmente. María Dolores Chávez y Estefanía Arias son amigas desde los cinco años, cuando vivían en el mismo conjunto habitacional en Guaranda, de donde son oriundas.
Llegaron a estudiar en Quito y hace 14 meses abrieron La Ratonera del Reciclaje, a la que consideran su ‘miniempresa’.
El nombre surgió porque querían mostrar “que, al igual que los ratones, recogemos los desechos reciclables y los transformamos en cosas originales, útiles y bonitas”, comenta Chávez mientras aprovecha para arreglar su estand en la Feria de Diseño La Pulga, realizada el pasado sábado en El Aguijón (sector La Mariscal).
Allí expusieron al público sus creaciones. La mayoría de artículos estaban fabricados con pedazos de gigantografías, retazos de telas de calentador, residuos de piso flotante y envases de vidrio de mermeladas. Actualmente manejan una línea de 15 productos.
Carteras de colores variados, hechas con retazos de gigantografías y cosidas con lana, eran expuestas en el lugar. También tenían los ‘engendritos’, o muñecos hechos de retazos de telas. Los primeros diseños fueron de Chávez. “Los expusimos en una feria, en la que un señor compró un muñeco. Y al siguiente día llamó para hacer un pedido de 200 unidades”.
Los muñecos y almohadas hechas a mano son los más cotizados. Las jóvenes aseguran que especialmente en estos artículos se expresa su estado de ánimo. “Si los ‘engendritos’ están tristes o felices es porque reflejan cómo nos sentimos”.
En el pequeño stand también había billeteras, porta CD, estuches para celulares y cajas para fósforos que estaban hechos con residuos de piso flotante.
Todos los materiales reciclables que utilizan pasan por un proceso de limpieza. Si es necesario también los pintan. Uno de los productos más atractivos, llamado multiusos, fue un aporte de la abuela de Chávez, Amandi Calero, quien apoyó el desarrollo de la microempresa desde el inicio.
Hay productos que cuestan USD 1,50, como un engendro llavero, cuya elaboración tarda aproximadamente 15 minutos. Los artículos más costosos, como un bolso multicolor, que tardan dos horas y media en fabricarlo, bordean los USD 20.
Arias aseguró que el propósito es que los productos mantengan costos accesibles, para que sus clientes tomen conciencia sobre los beneficios del reciclaje.
Chávez y Arias aún no tienen un local comercial propio. Los productos los confeccionan en un taller, en el valle de Los Chillos. Estos son exhibidos y comercializados a través de las redes sociales. Los productos son elaborados bajo pedido y son enviados a cualquier parte del país, con un recargo.
Para Arias, este trabajo ayuda a reducir el estrés. La amistad que cultivan desde que eran niñas ayuda a mantener un buen clima laboral.