Este 25 de diciembre del 2024, muchas familias se reunirán para el recalentado con lo que quedó de la Noche Buena. Si bien el pavo se ha convertido en una tradición, es algo que se incorporó al menú familiar hacia mediados del siglo pasado. La celebración navideña ha cambiado a lo largo del tiempo. Sin embargo, la Navidad en Quito permite la convivencia entre la tradición y la modernidad.
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Una mesa diferente en la Navidad en Quito
Desde rituales profundamente religiosos hasta tradiciones modernas influenciadas por la globalización, el contraste entre las Navidades del pasado y las actuales es un reflejo de cómo ha cambiado la sociedad quiteña en sus costumbres, alimentos y formas de celebrar.
La mesa navideña de antaño tenía como protagonistas a los tamales, humitas y empanadas de viento. En las familias con mayores recursos, se servía el lechón o el cuy como platos fuertes.
Los pristiños con miel de panela eran el postre predilecto; este es un preparado que no se ha perdido con el tiempo. En cuando a las bebidas, se servía el canelazo.
El pavo se ha convertido en el plato central de muchas cenas navideñas, influenciado por tradiciones extranjeras. Si bien no hay una fecha fija de cuándo comenzó a consumirse pavo en el país, se calcula que fue hacia mitad del siglo pasado.
A pesar de estos cambios, las humitas, tamales y pristiños siguen ocupando un lugar especial en muchas mesas navideñas, demostrando que lo tradicional no ha sido olvidado.
Regalos y religiosidad en Navidad de Quito
En las décadas pasadas, la Navidad en Quito estaba profundamente arraigada en la espiritualidad. Las familias se reunían cada noche para rezar la Novena del Niño Jesús, una tradición traída por los colonizadores españoles que perdura en muchos hogares hasta hoy. Esta práctica incluía oraciones, cantos y reflexiones sobre el nacimiento de Jesús.
Los regalos en el pasado no tenían la opulencia actual. Los niños recibían juguetes artesanales, frutas como naranjas y manzanas, o ropa tejida a mano.
La figura de Papá Noel era casi inexistente; los obsequios solían ser entregados por el Niño Jesús. Aunque los regalos actuales tienden a ser más sofisticados, aún se aprecia el valor de los obsequios sencillos y hechos a mano en ciertos contextos familiares.
El pesebre era el corazón de las decoraciones navideñas. Elaborado con esmero, representaba la escena del nacimiento de Cristo, y su montaje era motivo de reunión familiar. Además, el Canto del Niño, con guitarras y voces que entonaban villancicos, fomentaba el espíritu comunitario en los barrios. Estas costumbres, aunque no tan predominantes, todavía se mantienen en algunas familias y comunidades.
Ahora, árbol de Navidad y las luces decorativas han desplazado al pesebre como el principal elemento decorativo en muchas casas, pero ambos coexisten en hogares que buscan combinar lo antiguo y lo moderno.
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