Los voluntarios hacen pan en Nayón, para venderlo y reunir fondos para el festejo. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Dar de comer al hambriento y calor a quien tiene frío. La Navidad se resume en eso para las agrupaciones que ayudan en las parroquias rurales de Quito.
En los sectores de Nayón, Nanegalito, Tababela y Perucho gente de la propia comunidad, empresas o autoridades locales se esfuerzan para que, a pesar de la pandemia y de la pobreza, las personas más vulnerables tengan una razón para sonreír. Porque como dicen, no hay Noche Buena si no se comparte lo poco que se tiene.
A Karina Gualoto, de 45 años, nadie la paga por madrugar todos los domingos a las 04:00, para preparar pan y venderlo con colada morada cada fin de semana y así recaudar fondos para ayudar a los abuelitos, enfermos y niños de escasos recursos de Nayón, donde vive.
Ni Karina ni los 15 voluntarios del Pastoral Social Santa Ana de Nayón son adinerados ni reciben jugosos sueldos en sus trabajos, sin embargo regalan lo más valioso que tienen: su tiempo. Se reúnen las madrugadas de todos los domingos en un local que pertenece a la parroquia, donde tienen dos hornos que fueron donados.
Venden el pan y colada luego de la misa, y entregan el producto a tiendas de la zona. Todo lo recaudado va a un fondo para ayudar mensualmente a las familias vulnerables y para el festejo navideño.
El agasajo lo han realizado por más de nueve años. Está planificado entregar 400 almuerzos principalmente a adultos mayores y enfermos.
Todo lo consiguen con donaciones y con autogestión. Este año, además organizaron un teletón en la que participaron artistas de la parroquia, y lograron recaudar USD 130.
El almuerzo se realizará el domingo 26. Se hará entrega a domicilio para evitar el contacto y el riesgo de transmisión del covid-19. Además, entregarán kits a los más necesitados.
El párroco Leonardo Merino apoya la iniciativa. Reconoce el aporte valioso de los voluntarios para cuidar de los pobres, enfermos y necesitados.
Durante todo el año, entregan tarrinas con alimento en el Centro, e incluso han ayudado en otras ciudades, y a los privados de la libertad.
Maleteros del aeropuerto y personas vulnerables recibieron ayer canastillas de Quiport. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Lo más complicado es el financiamiento, por eso las puertas están abiertas para recibir donaciones de harina, alimentos, ropa, juguetes, y más. Pueden hacerlo en el Santuario Santa Ana de Nayón.
Más al norte, en el barrio Los Dos Puentes, en Nanegalito, al noroccidente, donde las personas viven de la agricultura y de la crianza de animales, también hubo festejo.
Estalin Lima, de 23 años, organizó una rifa y recaudó fondos para comprar canastas navideñas y entregarlas a los más desafortunados. Cuenta que hace dos años, fue parte de los priostes de la parroquia y organizaron en ese entonces campeonatos de fútbol que dejaron un fondo común.
Con ese dinero entregaron canastas y fundas con caramelos a 40 familias del sector.
En Perucho, la gente de escasos recursos también recibe atención. David Ayala, vocal de la Comisión de Proyectos y Programas Sociales, cuenta que el sábado 26, de la mano de la Reina de la parroquia y su corte entregarán fundas con caramelos a niños, adultos mayores y personas con discapacidad. Lo harán de casa en casa para evitar contagios.
Para poder armar los obsequios, buscaron colaboración en la comunidad y en fundaciones. Consiguieron que Vista para Todos se una a la campaña.
Además, obtuvieron donaciones de mascarillas y pruebas rápidas.
Perucho es la parroquia rural más pequeña del Distrito. Tiene unos 900 habitantes, y como se logró armar 800 fundas de dulces, prácticamente cada persona recibirá una.
El sábado, a partir de las 10:00, los voluntarios que participarán en la entrega se reunirán y armarán grupos. Lo harán con apoyo de la Policía.
En los alrededores del aeropuerto Mariscal Sucre también se compartió con los más necesitados. Luis Galárraga, gerente de Quiport, cuenta que este año la empresa entregó 1 800 canastas navideñas a personas de escasos recursos.
Realizaron las ayudas en coordinación con las juntas parroquiales de Puembo, Pifo, Tababela, Yaruquí, Checa y El Quinche. Los kits contienen 14 productos como frutas, fideos, aceites, entre otros.
Compraron los productos a la empresa Alpachaca, que agrupa a 27 emprendimientos comunitarios del sector, con el objetivo de ayudar a reactivarlos. Inyectaron cerca de USD 30 000 a la economía local.
Alicia Gómez, líder de Oyambarillo y presidenta de la empresa, cuenta que los emprendimientos que se beneficiaron producen cebolla, pimientos, remolachas y productos orgánicos, pero también miel de abeja, mermeladas, biscochos, melvas, papas fritas y otros alimentos.
Asegura que colaborar con Quiport les ayudó a dinamizarse luego de la fuerte crisis por la que atravesaron debido a la pandemia. Fue un gesto -dice- en el que todos ganaron: los productores locales que vendieron los productos y los necesitados de la comunidad que recibieron las canastas.