Elizabeth Anangonó tiene 39 años. Luce una chompa gruesa negra y una bufanda de lana rosa. Son las 07:00 del viernes y la mañana está soleada y corre viento. La mujer espera el bus en la esquina de la avenida Napo y la calle Juan de Alcázar, en el sur de Quito. Junto a ella hay otras 10 personas.
El bus Guajaló-Seminario Mayor, que viene por la Alcázar, se detiene en la esquina. Cinco personas lo abordan, Anangonó es una de ellas. Sube al vehículo y camina hacia los asientos traseros, pero todos están ocupados. Busca una agarradera para sostenerse, pero también es complicado. Hay 30 personas de pie. “Voy hasta la 12 de Octubre. Antes me demoraba 45 minutos. Ahora hago media hora”, dice.
El bus sigue su ruta por la av. Napo. Hay varios autos circulando hacia el norte, pero el tránsito no se detiene. A las 07:06, el bus llega a la parada de la Napo y la Alpahuasi. Siete minutos después, a pesar de haber muchos autos y un semáforo de por medio, el vehículo ya recorre la Velasco Ibarra. 17 minutos después, con 15 pasajeros, llega a la 12 de Octubre. Pasó media hora desde que Anangonó subió al bus.