Los diferentes sabores, texturas y sensaciones que ofrece la colorida cocina tradicional ecuatoriana, y sobre todo quiteña, se mostró en la Feria de Dulces Tradicionales que se realizó ayer en la Plaza de Santo Domingo, en el Centro Histórico.
Higos, mistelas, pristiños emborrajados, chocolates, quesadillas, humitas, quimbolitos, helados, habas, chifles, maní, maíz tostado, empanadas de viento y de morocho se mostraron en las 10 carpas que ocuparon la parte norte de la plaza.
El olor de los pristiños con miel llamó la atención de los visitantes. Ellos hicieron fila para comprar este tradicional dulce por USD 1, 50. Ángela Dávalos llegó desde el sur de la ciudad en bicicleta junto a sus tres hijos. Ellos hicieron una pausa en su paseo para degustar de los dulces.
Junto al puesto de pristiños, el cual era atendido por Gloria Castillo, estaba una carpa de artesanías. Ahí Claudia Benalcázar ofertaba una gran cantidad de aretes, anillos y pulseras hechas con mullos y tagua. El precio era de USD 1 cada par de aretes y USD 1,50 el juego de pulseras con collar.
En la parte central de la plaza se colocó varios micrófonos que fueron utilizados por varios grupos musicales y bandas estudiantiles. Su música fue aplaudida por los s visitantes. Uno de los grupos que tocón en la plaza fue ‘Somos Todas’. El grupo formado, en su mayoría por mujeres, interpretó varias melodías andinas.
Otra de las actividades que se realizó fue la exposición fotográfica de los sitios más representativos del Centro Histórico. Sin embargo, los dulces tradicionales se llevaron el protagonismo.
En otra de las carpas había las tradicionales colaciones, que se ofertaban en fundas plásticas pequeñas o en empaques más grandes. Cada caja costó USD 1.
Bajo el radiante sol capitalino la mejor opción fue el helado.
Hubo una amplia gama de sabores para que los visitantes puedan degustar. Los más solicitados fueron de chocolate y mora.
En el extremo sur de las carpas Juan Peralta, con ayuda de una máquina para hacer chocolate, vendía a USD 1 pinchos de frutillas con chocolate.
También hubo espacio para las tortas de naranja, chocolate, vainilla y manjar.
Personas de todos los puntos de la ciudad llegaron para disfrutar de la feria de dulces. Teresa Becerra llegó desde el valle de Los Chillos. Ella dice ser amante de los dulces, sobre todo de las colaciones y los pristiños. “Siempre vengo al Centro para comprarlos, en mi casa nunca faltan” dijo.
Las golosinas de sal también tuvieron su espacio. En una paila de bronce Elena Astudillo freía empanadas de viento con queso, de verde con carne o queso y las empanadas de morocho.
Todos los dulces traían un recuerdo de infancia a quienes los degustaban.
Las fundas de tostado de dulce, las habas, los suspiros fueron los más solicitados.