La señora de la tercera fue herida con un arma blanca durante el asalto. Foto: Diego Bravo /EL COMERCIO
Doménica T. (nombre protegido) es una mujer de 75 años que tiene problemas de salud en la tiroides, glaucoma y presión alta. A las 04:30 del viernes 20 de septiembre ella sufrió un asalto violento en las calles N85 y Oe11A de la cooperativa Jaime Roldós Aguilera, ubicada en el noroccidente de Quito.
La señora madrugó porque tenía una cita médica a las 07:00 en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) de la avenida Colón y José Urbina, en el centro-norte de la ciudad. “Salí a tomar el bus que sale a las 04:30, pero lamentablemente no lo alcancé. Entonces, me quedé frente al centro de salud del barrio para esperar otra unidad”.
En esos momentos, a lo lejos, ella observó que dos jóvenes se acercaron lentamente. Uno de ellos tenía un par de zapatos viejos en las manos. Le pidió a Doménica que los comprara y ella se negó. “Les dije que no tenía plata, a más de eso, ese calzado era demasiado viejo”.
Minutos después, uno de los jóvenes jaló la chalina que Doménica llevaba puesta para arrebatarle la cartera. Forcejearon, la mujer les suplicaba que no le hagan daño. Finalmente le quitaron 30 dólares, también el bolso con los documentos y las llaves de su casa. “Me defendía para que no me roben los papeles, me apuñalaron en el hombro izquierdo y solté la cartera”, narró mientras lloraba.
La adulta mayor sangraba y gritaba para pedir ayuda. Los vecinos encendieron la alarma comunitaria, pero los asaltantes huyeron rápidamente.
La Policía llegó y en un patrullero la llevaron a un centro asistencial. Le cosieron siete puntos en la herida. “Estoy adolorida, asustada, porque nunca me ha pasado algo así”.
Con la voz entrecortada, asegura que los 18 barrios que integran la cooperativa Jaime Roldós, de 50 000 habitantes, son muy peligrosos. Tres días después del atraco, unos moradores encontraron la cartera de Doménica en unas canchas deportivas. La víctima solo recuperó sus documentos. Las llaves de su vivienda no aparecieron, eso le obligó a cambiar las chapas. “Ando bien asustada, no quiero salir de la casa porque siento miedo”.
Ella vive sola. Cuenta que su hijo falleció de leucemia. “Era muy bueno y ejemplar. Ahora no tengo a nadie”. Doménica acudió a la Policía Nacional para presentar la denuncia, pero allí le dijeron: “si ya encontró los documentos, no vale que denuncie lo que pasó”.
Este Diario dialogó con el mayor Francisco Hernández, jefe de Operaciones del Distrito La Delicia. Tras reunirse con los moradores, el oficial explicó que la denuncia por este caso sí fue atendida por los uniformados de la UPC.
El oficial destacó que la víctima incluso fue asistida por un patrullero que la llevó a una casa de salud para ser atendida. “Tenemos lamentablemente un incremento de la incidencia delictiva, hacemos los esfuerzos más grandes como Policía Nacional y desplegamos operativos”, dijo.
Acotó que diariamente se atienden las emergencias que se presentan en El Condado, Mirador, Cotocollao, la Mitad del Mundo, entre otros lugares. “Hay una gran cantidad de demanda de servicio policial y resulta complicado estar en varios lugares al mismo tiempo”.
Los vecinos se quejan de que hay robos y asaltos todo el tiempo. También la venta de droga genera preocupación. “Queremos operativos de la Policía Antinarcóticos”, precisó un dirigente. Otro directivo pidió que realicen controles a los carros y motocicletas sin placas, pues desconocidos se movilizan en esos vehículos para asaltar. “Algunos de esos carros tienen vidrios polarizados”, expresó.