Mi libertad está totalmente ligada con el concepto de libre albedrío. Es decir, con la capacidad que tenemos los seres humanos para decidir lo que queremos hacer, cómo queremos vivir y qué queremos lograr. Son estas decisiones las que nos acercan o nos alejan de la felicidad. Yo vivo mi libertad de tal manera que las decisiones que tomo no van en contra de mis valores personales.
Eso desde cosas tan pequeñas como decidir qué llevan los hijos en sus loncheras hasta las más complejas como ser consecuente con la pareja y con el medio en el cual me desenvuelvo. De esa manera garantizo que el ejercicio de mi libertad me hace sentir mejor ser humano.
Vivir con libertad implica ser tolerante con todos los conceptos que nos son difíciles de entender y aceptar. Además, ser incluyente y considerar siempre la opinión de los que son distintos. También ser congruente para así aceptar y disfrutar de las consecuencias derivadas de nuestras propias decisiones, para poder decir que soy libre.