‘Desde la tarde de aquel viernes, mi vida ya no tiene sentido. A mis 24 años perdí a mi razón de ser y existir. La irresponsabilidad de un conductor me quitó a mi angelito de 2 años.
A las 15:30 de ese día, mi hija Maylis permanecía de pie junto al negocio de frutas de su abuela. Yo estaba detrás de ella. El volquete, que recoge la basura dos veces por semana en el Mercado Mayorista, venía rápido.
La llanta delantera derecha alcanzó a mi hija y el conductor no se detuvo. Grité desesperadamente y no pensé en nada, me lancé debajo de las llantas para intentar salvarla.
Los gritos de las personas que se encontraban cerca alertaron al chofer para que se detuviera. Todo pasó en segundos. Solo recuerdo que todos gritaban, mientras mi hija se me iba. Durante casi media hora la sostuve entre mis brazos hasta que las personas de Medicina Legal llegaron.
Yo seguía debajo del carro, no sabía ni entendía lo que pasaba afuera. Tengo la imagen de la cabecita destrozada de mi hija. En ese instante todo se nubló para mí. Después me dijeron que el conductor se escapó.
¡No entiendo cómo alguien puede ser tan irresponsable e inhumano! Mi hija solo tenía 2 años. Era una niña inocente, que nunca hizo daño a nadie.
Después de unas horas llegó el dueño de la empresa a la que pertenece el volquete. Me ofreció dinero para que olvide todo lo sucedido. Qué desalmado. Mi hija no es mercancía. El dinero no me va a quitar el vacío y dolor que la ausencia de mi única hija dejó en mi vida y en la de mi familia.
Siempre pasaba a altas velocidades, por esa calle. Cuando recogía la basura no se detenía para que podamos botar los desperdicios. Tres o cuatro personas iban en el volquete y por encima del carro lanzaban la basura. Las vecinos del mercado tenían que correr detrás para recoger los recipientes. Cuando pasó el accidente todos salieron corriendo.
Recuerdo que minutos antes del atropellamiento, Maylis y yo jugábamos en el puesto de mi mamá. Le tomé algunas fotos con mi celular. A ella le encantaba: posaba, bailaba y sonreía. El último recuerdo que tengo de mi pequeña hija está registrado en el celular, a las 15:12. No hay día que no mire esa fotografía.
A diario me pregunto para qué continuar estudiando o trabajando. Todo lo que alguna vez me propuse fue por Maylis. Entré a la universidad a estudiar Derecho para obtener un título profesional y darle una buena vida y mejores oportunidades a mi hija. Ella era mi razón para levantarme a diario. Ahora, hasta he perdido los deseos de vivir.
Ese día fui a dar el último examen para terminar el tercer semestre en la Universidad Central. Algunas veces mi hija fue conmigo a clases, cuando no podía dejarle con mi mamá (Dolores Salinas). Mis compañeros la querían mucho. Jugaban con ella y también la cuidaban.
Quince días antes de la muerte de mi hija, una amiga de la universidad nos invitó a su ‘ baby shower’. Todo el tiempo pasó con ella.
El negocio de mi mamá está cayendo. La fruta se pudre porque ya no quiere venir a vender. Todavía tiene los juguetes y la cobija de mi hija en el local. Para ella, era como otra hija porque en las mañanas cuando yo iba a clases, la cuidaba. Maylis también le hacía compañía.
Mi mamá se ingenió y le hizo una cama dentro del negocio. Ella se acomodaba y se quedaba dormida. Algunos meses estuvo en una guardería, pero se enfermó y no pudo seguir ahí. Se quejaba de dolores del estómago. Creo que la comida no le hizo bien.
Cuando se quedaba en el mercado, los niños de los otros puestos venían a verla. Tenía muchos amigos con los que jugaba. Traía sus muñecas y no molestaba a nadie.
En las tardes pasaba conmigo, mientras hacía deberes o estudiaba. Jugábamos mucho. Le gustaba cantar y bailar. Aprendíamos coreografías juntas. Era una niña muy inteligente y activa. No pedía nada a nadie, no era exigente, disfrutaba de los detalles simples, de sus juguetes y el cariño que recibía la hacía feliz.
Hace dos semanas, el mismo volquete apareció en el mercado. Pasó por el mismo lugar donde fue el accidente. La rabia me envolvió y junto con otras personas no le dejamos seguir y le sacamos al conductor. Era otro hombre que no tenía licencia de conducir. Es grande la irresponsabilidad del dueño de la empresa que recoge la basura en ese sector.
En el mercado pasan muchos niños que son hijos o nietos de las personas que tienen sus negocios. Cómo es posible que se maneje tan irresponsablemente. Solo pido justicia. Esta tragedia no puede volver a repetirse.
Contraté un abogado para demandar a la empresa responsable y lograr que se sancione al chofer. Ni eso será suficiente para calmar mi dolor y el de mi madre. Nada podrá llenar el vacío que mi angelito dejó en mi vida”.
El día del accidente
En la mañana. El viernes desde las 07:00, Maylis permaneció en el Mercado Mayorista bajo el cuidado de su abuela.
El suceso. A las 15:30, un volquete blanco de marca Chevrolet y placas POE-554 atropelló a la niña de 2 años con la llanta delantera derecha. La pequeña perdió la vida de contado.
El conductor. Después del incidente, el chofer y los ayudantes del volquete se escaparon. Los familiares de la víctima tienen identificado al conductor.
Proceso legal. La denuncia está interpuesta al representante legal de la empresa y al conductor del volquete. El trámite continúa.