Testimonio. Manuel Avilés.
Soy profesor en una escuela fiscal de Carapungo, en el norte. Trabajo allí 16 años. Cuando me gradué en la Universidad Central vivía en el centro de la ciudad. No era tan complicado llegar a la escuela.
Cuando ya funcionaba el trole era fácil y llegaba en 45 minutos. La ciudad fue creciendo de forma incontrolable. Hace cuatro años tuve que trasladarme a vivir cerca de la escuela, porque me resultaba costoso viajar en taxi.
Movilizarme en bus era duro porque me atrasaba. Durante un año cambiaron mis costumbres. Me levantaba antes a las 05:00. Eso afectó hasta mi salud. Madrugar alteró mi carácter y ya no podía dar clases particulares a mis alumnos, por las tardes.
Estar cerca de mi trabajo me devolvió la tranquilidad. Puedo compartir más tiempo con mi familia. Tengo un carro, pero solo lo utilizo para ir al mercado o salir de paseo a cualquier parte.
Reconozco que no tengo tanta habilidad en el volante. Me he chocado cuatro veces. Dos fueron por culpa de un busero.
En una ocasión, el chofer del bus salió más enojado y como gritaba no me permitía explicar a la Policía que él cometió el error. Al final, el percance me costó USD 80.
Ahora ya manejo más seguro y a pesar de tener licencia estuve en un curso para conducir por las calles del centro y del norte. Valió la pena el esfuerzo y la inversión, porque salir a pasear en bus es difícil. Tengo cuatro hijos, dos son menores de 3 años.